A raíz de lo que estamos viviendo, desarrollé una charla titulada “Temblando sin miedo”, dirigida ayudar a manejar la ansiedad ante la incertidumbre que estamos viviendo.
Cuando hago la pregunta “¿cuál es tu miedo mayor en estos momentos?”, las respuestas siempre han sido las mismas: miedo a no estar con sus hijos si algo pasa, miedo a morirse, o ambas.
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Sé que el miedo nunca va a desaparecer completamente porque la incertidumbre siempre va a ser fuente de desasosiego.
Pero esta situación me ha abierto la puerta para poder hablar de la muerte desde una perspectiva diferente, porque ante la actividad sísmica, es algo que sentimos más posible.
Y de la misma forma que, como país, nunca nos preparamos para un evento sísmico, aun cuando los que más saben llevan años advirtiéndolo, como individuos no nos preparamos para la muerte, aun sabiendo que es algo que va a llegar.
Además de hablar con tu familia acerca de los planes de emergencia, lugar de encuentro, etc., habla acerca de qué pasaría, de qué quisieras si faltaras. Hablar de la muerte no la atrae, pero sí puede ayudarnos a aceptarla como parte de la vida y a quitarle el poder a ese miedo.
Nos permite examinar la forma en que estamos viviendo y qué podemos hacer diferente para construir vidas plenas y con propósito. Yo no sé ustedes, pero yo quisiera irme liviana y viviendo a plenitud.
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Es hora de que los temblores nos recuerden la necesidad de sanar relaciones, de pedir perdones y de darlos si sentimos que eso puede ayudar a liberar a otros.
Puedes hacer las paces aun con aquellos que ya han partido, escribiendo una carta que imaginas que les vas a entregar. El proceso ayuda a liberar tanto.
Hazlo por ti. Yo tengo por ahí un cabo suelto que todavía no he atado. Esa carta la voy a escribir y enviar hoy mismo.
No tengo idea de cuál será la reacción, pero es algo que siento que necesito hacer. Te invito a que hagas lo mismo con tus cabos sueltos y comiences a sanar sin miedo.