Falta mucho camino por recorrer en el tema de los derechos humanos en Puerto Rico. Aún falta un largo trecho para discutir, aprender y concienciar en esta sociedad. En la medida en que las mentes obtusas, la discriminación, los prejuicios y, sobre todo, el odio estén presentes en la vida de muchas personas, habrá que redoblar esfuerzos para crecer en el tema del respeto, la equidad y la protección de los derechos de todas y todos los seres humanos que cohabitamos en esta isla.
El asesinato en los pasados días de la persona trans Neulisa Luciano Ruiz, también conocida como Alexa, es la manifestación de lo antes planteado y la consecuencia directa del discurso de odio hacia las comunidades LGBTTIQ+. Es la fatídica conclusión a la que, indudablemente, nos lleva la prédica del discrimen, la exclusión y la inequidad que perpetúan los prejuicios, el desprecio y la insensibilidad. Se trata del odio social promovido y esparcido, tristemente hasta por el Gobierno, con sus políticas discriminatorias.
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Del odio pasamos a la venganza. El pasado lunes se intentó aprobar en la Cámara un proyecto de ley que pretendía prohibir manifestaciones y protestas en las calles so pena de cárcel. Esa medida violentaba el derecho constitucional de libertad de expresión y criminalizaba la protesta y la disidencia.
Todos los días, en Puerto Rico se utilizan las calles para expresarse. Establecer esto como un delito menos grave no es otra cosa que decirle a la ciudadanía que su ejercicio de libertad de expresión está prohibido y será condenado.
Logramos derrotar este absurdo que, aunque les aplicaría a todos los ciudadanos, la intención para aprobarlo era castigar a los que en el verano del 19 llenamos las calles para expulsar a un gobernador criminal y sus secuaces. Es un ejercicio legislativo violador de derechos humanos, un ejercicio vengativo.
Mantenemos la esperanza, la constancia y trabajamos día a día para preservar, proteger y ampliar la equidad, la libertad, la justicia y los derechos que son la respuesta al odio y la venganza.
