15 de marzo de 2020 – Sara mira el noticiero como todos los sábados, en el sofá de su vecina, Teresa, mientras esta prepara café para ambas. Una reportera interrumpe para anunciar que la gobernadora Wanda Vázquez ha decretado un toque de queda a partir de las 9 p. m. y el cierre de los comercios a partir de las 6 p. m. Se ve la imagen de una conferencia de prensa y a Sara se le hace un nudo en la boca del estómago. Continúa escuchando el noticiero, ahora café en mano, mientras un epidemiólogo elogia el que por fin se haya decretado una medida ordenando el aislamiento social. Y Teresa le hace eco exclamando: “¡Ya era hora!”. Sara ni la escucha. Su mente se encuentra ocupada tejiendo el futuro inmediato: su jefe le va a pedir que no vaya a trabajar, el restaurante en el que su esposo, Luis, es mesero, no podrá abrir y, con toda probabilidad, acaba de ser condenada a estar encerrada 24 horas en un apartamentito poco más grande que una caja de zapatos junto al infeliz que la humilla y le pega a diario.
Pasan 6 días y la realidad resulta peor que el cortometraje que Sara se había dibujado en su mente. Ella y Luis no cobrarán un centavo en las próximas semanas, ninguna de las ayudas del Gobierno les aplican y lo que tienen debe darles para comer durante el encierro. Han peleado varias veces por día. Los estresores han crecido y el apartamento se ha achicado. Esa noche, Teresa escucha los portazos y los gritos asomada en la ventana, convenciéndose de no llamar a la policía, pues “uno no se mete en problemas de pareja”. Llega la mañana siguiente,… pero Sara nunca llega para el café.
Tras el anuncio del toque de queda, los casos de violencia doméstica han aumentado. El Gobierno no ha provisto herramientas a quienes hoy viven aisladas(os) junto a sus agresores(as), los albergues no se han declarado servicios esenciales, y mientras los estresores sociales y económicos se agrandan para muchos, los lugares seguros desaparecen. Exigimos que el Gobierno atienda los riesgos sociales del aislamiento de inmediato, pues de no hacerlo, será la cura la que mate a muchas(os) y no la enfermedad.