Nuestro pueblo pasa hambre y esta realidad se exacerbó con la imposición de un toque de queda improvisado, que no tomó en cuenta las necesidades sociales, alimentarias, de techo y de salubridad para enfrentar una pandemia. Aunque reconozco que hay asuntos de salud urgentes que no se han atendido -campañas de educación, pruebas moleculares como requisito para continuar laborando, rastreo de contactos, control de entradas, suplir techo, equipo protector, etc.- tenemos que señalar también, la negligencia del gobierno en garantizar un derecho humano fundamental: acceso a una alimentación adecuada.
Según los datos publicados por el Negociado del Censo a mediados de diciembre de 2019, más del 50% de nuestra población es pobre y la pobreza es una de las causas del hambre.
La necesidad alimentaria en Puerto Rico se hizo más visible con la devastación causada por los huracanes Irma y María. Nuestro pueblo sigue siendo víctima de un gobierno criminal que detuvo y escondió suministros, alimentos y agua.
Muchas personas, mujeres y jóvenes se han dado a la tarea de adentrarse en la agricultura y la agroecología porque tenemos terrenos fértiles y porque podemos abastecer nuestras necesidades alimentarias si logramos aprobar políticas públicas dirigidas a permitir que nuestros recursos naturales sean protegidos y utilizados para el bien común. Medidas que pretendo se conviertan en legislación.
Nelson Álvarez Febles es un puertorriqueño especializado en agricultura ecológica y políticas públicas de sustentabilidad. En su libro Sembramos a tres partes nos recomienda el modelo de “fincas familiares agroecológicas como base de una estrategia para lograr el aumento neto y de calidad en la producción de alimentos para el mercado interno de Puerto Rico. […] En algunos casos la agricultura ecológica ayudaría a restaurar áreas degradadas, como en laderas de montañas erosionadas”. Concluye Álvarez que “este tipo de agricultura puede tener impactos positivos para resolver muchos de los problemas ecológicos, económicos y sociales en el Puerto Rico actual”.
Mi propuesta concreta para movernos hacia la soberanía alimentaria es invertir en la agroecología y hacer de esto una materia en el currículo escolar. Tenemos que presentar legislación y comenzar a capacitarnos para poder abastecer nuestras necesidades básicas de alimentación. Contamos con los terrenos pero hace falta voluntad de quienes gobiernan para que se habiliten los predios y para establecer medidas que incentiven y permitan la utilización de predios agrícolas en desuso. La soberanía alimentaria es un derecho humano fundamental.