El despegue del contagio del COVID-19 en la isla durante los pasados días se los debemos, en mi opinión, a la manada de irresponsables locales que hemos visto en videos y fotografías jangueando en chinchorros, playas, ríos, entre otros. Esos a su vez van a compartir con otros componentes familiares y por ahí sigue en escalada el contagio. Sin embargo, a ellos se une la otra manada de “turistas” irresponsables que están llegando a Puerto Rico en actitud de alboroto, desorden y resistiendo seguir las medidas de protección.
Hay sectores que intentan responsabilizar, en su eterna lucha ideológica, al sector productivo, el sector privado, de todos los males en la isla. Sin embargo, no es lo mismo el contagiarse en el supermercado buscando alimentos, comprando una muda de ropa o trabajando, que contagiarse creyéndose invencible bajo los efectos del alcohol y sin protegerse. A los primeros no se le puede llamar irresponsables. Al segundo sí, y estamos siendo generosos con el calificativo.
Esos que culpan a la reapertura económica de ser el problema principal del aumento de contagios no les presentan la data empírica y se limitan a estribillos con interpretaciones simplistas. Si repasamos, entenderemos que la reapertura económica no fue la responsable. Para mí lo principal fue la sobreconfianza, que llevó a miles al jangueo y la bebelata en distintas partes de la isla, los que se resisten a protegerse, así como los que entran por el aeropuerto, contagiados, a visitar familiares y a vacacionar.
Para medir no podemos utilizar el reguero de las pruebas. Por eso utilizo el medidor de las camas ocupadas en los hospitales y el uso de ventiladores, ambos por Covid-19. Repasando esos dos medidores entiendo que la reapertura responsable de la economía no fue el problema. No se puede catalogar como “reapertura de la economía” la gente aglomerada en la playa, los ríos, piscinas, ni los borrachos en los negocios, etc.
El pasado 4 mayo se dió la primera fase de reapertura e incluía servicios financieros, seguros, bienes raíces, trabajo notarial y otros servicios profesionales. Para ese entonces había alrededor de 65 camas de hospital ocupadas por pacientes de Covid-19 y 21 ventiladores en uso. Luego, el 11 de mayo se añadió la construcción en la reapertura económica. En ese momento había cerca de 125 camas y 11 ventiladores en uso.
Catorce días después de esa parte de la reapertura, la cantidad de camas ocupadas bajó a 19 y los ventiladores a 5.
Justo en ese momento (26 de mayo) inició la segunda fase de reapertura y ésta añadía servicios religiosos con capacidad limitada, restaurantes en 25%, ampliación horarios supermercados, gobierno a distancia y empleados presenciales de forma limitada, centros comerciales, ventas al detal, al por mayor y apertura de dealers.
¿Qué paso catorce días después?, es decir, para el 8 de junio. Solo había 28 camas ocupadas y 5 ventiladores en uso. De hecho, Plaza Las Americas y otros centros comerciales abrieron el 6 de junio y dos semanas después solo 26 camas y dos ventiladores estaban ocupados.
El 16 de junio inició la tercera fase que incluía la reapertura de cines, gimnasios y el uso regular de las playas. Casi se elimina el toque de queda. Aunque se anunció apertura de hoteles, la realidad es que estos nunca cerraron por las órdenes ejecutivas. Días después, el 21 de junio, fue el Día de los Padres.
¿Qué ocurrió 14 días después del Día de los Padres? Aumentamos a 104 camas ocupadas y 6 ventiladores en uso.
Llegó la celebración del 4 de julio y muchos andaban, como dicen en el campo, “como puerco suelto” (los que son del campo entienden). ¿Dónde estamos dos demanas después de ese weekend del 4 de julio? 162 camas ocupadas y 17 ventiladores. El pasado lunes, tres días después, llegamos a 330 camas y 20 ventiladores.
Aquí vemos como la reapertura económica fue dándose desde el 4 de mayo, poco a poco, con números bajitos de hospitalizaciones y uso de ventiladores hasta el 26 de junio, que comenzó a aumentar hasta el día de hoy, y sin parar. Como ha mencionado el Dr. Luis Nieves Garrastegui (neumólogo) en Jugando Pelota Dura (Univisión PR): el Día de los Padres fue el punto de inflexión y comenzamos a echar para atrás. Algunos sectores se sobre confiaron, bajaron la guardia y actuaron de forma temeraria, bebiendo, sin usar mascarillas, y/o sin guardar distanciamiento.
No podemos culpar a los que han tomado medidas de seguridad, no podemos castigar a las sectores que fueron obligadas a invertir dinero, y así lo hicieron, para asegurar a sus empleados y clientes, asfinxiándolos económicamente con cierres por las irresponsabilidades asociadas a lo más que nos gusta: el baile, la botella y la baraja. Miren a los verdaderos responsables y vayan tras esos. Claro que hay contagios en lugares donde puede haber medidas de seguridad, pero esos no son el problema serio del aumento. No es la reapertura “stupid!”, les digo, parafraseando el cartel del estratega James Carville, en la campaña de Bill Clinton (1992). Con esta data que les presento no hay que ser un genio discernir entre el éxito de una reapertura económica responsable, como la tuvimos, y el libertinaje de los irresponsables “boricuas bestiales”.