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Opinión de Julio Rivera Saniel: ¿Usted vota “porque sí”?

Julio Rivera Saniel escribe en su nueva coilumna sobre la cercanía de las elecciones generales y las razones por las que vamos a votar

Falta poco. En realidad poquísimo para la fecha en la que los votantes tendremos la oportunidad de ir a las urnas. Nuestra tarea no es cosa sencilla. Aquellos que escojamos votar, deberemos seleccionar y ese proceso no es tarea sencilla. Lo sé. Usted tal vez estará pensando que para muchos-quizá más de lo que sería adecuado- el voto es un trámite liviano que no requiere de mayor esfuerzo. ¿Por quién votar? Sencillo, parecerían responder. “Pues por cualquiera que esté bajo la insignia de mi partido”, parecería ser la respuesta. Porque para muchos la única lógica es la ausencia de lógica. Su partido -piensan- es suyo llueva, truene o ventee. El partido es “suyo” aunque en realidad no sepan por qué. Solo saben -parecería ser la lógica- que su partido es el partido de sus padres. Y antes el de sus abuelos.  Algo así como una huella cromosómica indeleble a la que aplica aquello de que la sangre pesa más que el agua. Una cuestión de “pasión” más que de “razón”.

PEro como el agua, esa “lógica cromosómica” es ligerita. Tiene poco de sustancia. Poco, porque se vale de la Ley del Menor esfuerzo. ¿Analizar propuestas? Innecesario. No hay que analizar algo que no tiene importancia a la hora de votar bajo esos términos. Ese análisis podría ser contraproducente. Dios les libre de ponerse a repasar ideas y propuestas porque, al hacerlo, podrían descubrir que las propuestas de los candidatos que respaldan no hacen mucho sentido, no son compatibles con sus ideas o aspiraciones o, simplemente, sus ideas y propuestas son inexistentes.

Esa lógica -la del voto del menor esfuerzo ha demostrado ser no solo poco inteligente sino también tóxica para el país. Elección tras elección el renuinciar a pensar nos ha llevado a colocar en posiciones de poder y toma de decisiones a figuras de todos los partidos que no merecen ocupar las sillas que ses les han otorgado. Por cada buen funcionario que entra al gobierno producto de ese voto de poco esfuerzo, un buen grupo de figuras sin propuestas, sin cabeza y -en ocasiones- sin escrúpulos han entrado por la misma puerta. Luego, cuando las vemos en la plenitud de su escasez de recursos nos atrevemos a preguntar: ¿Cómo llegó ahí? La respuesta es evidente. Por eso, hoy más que nunca votar debe ser un ejercicio de conciencia. Una tarea que debe incluir buenas dósis de nuestro tiempo para analizar propuestas y, en el caso de quienes no las hayan producido, exigir que lo hagan. También debe incluir apertura. Me gusta pensar que a estas alturas del juego hemos entendido que para las buenas ideas no existe “exclusividad” y que por lo mismo, es posible encontrar candidatos y propuestas valiosas a lo largo y ancho del espectro partidista. Y fuera de él.

Hay que exigir ideas. No puede aspirar a dirigir un país en crísis alguien que no tenga clara su receta para atenderla. Según los más recientes sondeos y encuestas de opinión un porcentaje alto de los votantes no sabe aun (o no dice) por quién votará. Pero, de la misma forma, otros miles ya dicen estar decididos. Si usted es uno de ellos, pregúntese, ¿por qué esas personas se llevarán su voto? Usted, ¿ya leyó sus propuestas? ¿Puede constestar cuáles son esas ideas que le convencieron de querer entregar su voto? ¿Sabe usted cuáles son las propuestas de los caniddatos sobre temas neurálgicos como economía o salud? ¿Sabe cuál es el plan de los canidatos y cnaiddatas para atender las lagunas que sus hijos en el sistema público arrastran luego de los tropiezos que ha enfrentado la educación a distancia? ¿Conoce cuáles son las posturas de los que aspiran a cargos públicos sobre temas que conicernen a sus derechos y a los de otros? Sea honestx. ¿Relamenta sabe por qué votará como piensa que lo hará?

En estas dos semanas que restan para entrar a la urna, no cuelgue los guantes. Exija, estudie, cuestione. Que no le queden dudas -y mucho menos remordimientos- una vez salga de la caseta de votación. Que con votos fáciles hemos hemos tapizado el camino que nos trajo hasta aquí.

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