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Opinión de Julio Rivera Saniel: Nos queda el sentido común

Lee la columna de opinión del periodista

Julio Rivera Saniel Metro PR

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Puerto Rico acaba de estrenar una nueva orden ejecutiva para intentar frenar el avance del Covid. Y en esta ocasión, como ha venido siendo el caso casi desde el comienzo de la emergencia global, seguimos picando fuera del hoyo. A los comercios se les permiten por cientos de apertura variables que han ido desde el escenario del “solo carry out” hasta ocupaciones del 50, o el 40, o el 25 o el 30%. Los casinos han cerrado y luego abierto. Lo mismo que los cines o las playas. Pero en esta etapa, solo mirando el récord y sus resultados, lo único que parece haber frenado el avance del covid es el encierro. Porque ahí, con todos bajo llave, también han quedado guardadas las ineficiencias de un sistema golpeado por años de recortes y más recortes. De jubilaciones incentivadas y reducciones de plantilla que han dejado solo un caparazón de lo que antes fue el Departamento de Salud. Y de la Policía, ese cuerpo llamado a la vigilancia y a obligar al cumplimiento con lo que sea que se incluya en el texto de la órden ejecutiva. Sucede que del Gobierno -esa estructura encargada de atender y resolver gran parte de nuestros dilemas- queda en realidad muy poco. Quienes dirigen las agencias hacen lo que pueden con lo que tienen; unos más que otros. Pero las deficiencias sistémicas superan incluso las buenas intenciones de los funcionarios.Por eso,como les comentaba, solo el encierro parece haber funcionado para frenar la pandemia. Lo ideal habría sido tener un sistema de rastreo de contactos efectivo. Pero a pesar de los avances, ese sistema puede decirnos que la mayor parte de los brotes se da en reuniones familiares pero no puede identificar dónde se dio el contagio base. Por eso, las medidas irremediablemente se convierten en palos a ciegas en los que se dispara en todas direcciones porque no se tiene una dirección exacta. ¿Por qué podemos abrir restaurantes “cerrados con acondicionador de aire y no “chinchorros”al aire libre? ¿Usted sabe por qué? ¿Por qué podemos ir al cine pero no a la playa, al aire libre? ¿Por qué la ocupación de un 25% en los restaurantes se sustituyó por una de un 30% y, más tarde, por una de un 50%? ¿Los números lo justifican? ¿Por qué los negocios deben cerrar a las 10:00pm y no a las 9:00 a las 11:00? ¿Por qué en ocasiones se ha decidido por cerrar negocios los domingos y en ocasiones no? ¿Por qué si son tan buenas esas decisiones, los números no hacen otra cosa que aumentar? Probablemente por varias razones. Una de ellas, la poca información científica contundente que permita recomendaciones específicas. Sobre eso es poco lo que se pueda hacer hasta que los datos se siguen afinando. La segunda -y probablemente la de mayores efectos prácticos- la falta de capacidad real de hacer cumplir las órdenes. Con pocos policías y poco personal para inspeccionar, el cumplimiento realmente queda sujeto al deseo de hacer valer las normas de prevención. Así que en medio de ese mar de variables que poco podemos controlar, nos queda el sentido común. La consciencia de que en medio de una pandemia la salvación no es individual, sino todo lo contrario. Los errores -o las faltas’ cuando se cometen tienen un alcance que nos supera. Todos ya sabemos lo que debemos hacer para evitar los contagios, lo diga el Gobierno o no. Que no se nos olvide.

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