Hoy día vivimos en un mundo interconectado a tal punto que los asuntos locales se ven impactados por, y dependen de, lo ocurre a nivel mundial. La economía, la tecnología, los avances en las ciencias, en fin, prácticamente todo está entrelazado con lo que sucede en los siete continentes. Por ello, es vital para el desarrollo económico, político y social de Puerto Rico atraer la atención de la mayor cantidad de ojos a nuestra Isla y que, al mirar, estos se interesen y queden bien impresionados con lo que ven.
Sin embargo, un vistazo a 5,000 pies de altura sobre nuestra Isla pone de manifiesto el hecho de que enfrentamos grandes retos que dificultan nuestro desarrollo como una potencia a nivel regional, nacional y mundial. De hecho, países vecinos que antes envidiaban la condición de Puerto Rico, hoy gozan de niveles de desarrollo económico que superan los nuestros por la clásica milla.
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Pero, ¿por qué no estamos mejor? ¿Cómo llegamos a estar como estamos? ¿Qué tenemos que hacer para mejorar la percepción que pueda tener el resto del mundo sobre Puerto Rico? La contestación a estas preguntas pudiera parecer simplista pero es, sin duda alguna, la génesis de los problemas que hoy vivimos como pueblo: EL STATUS.
Puerto Rico hoy es una de las jurisdicciones con el mayor número de asesinatos per cápita en el mundo. Según los estudios más recientes, cerca del 50 % de los residentes en la Isla (sobre 1.6 millones de puertorriqueños) viven bajo el nivel de pobreza. Como si fuera poco, vivimos en una recesión desde el cierre del gobierno en el año 2006. Estas cifras son alarmantes y no muy alentadoras para aquellos que miran a nuestra Isla.
Para contrarrestar nuestra realidad, por años se han realizado esfuerzos para atraer nueva inversión y mejorar la calidad de vida de los puertorriqueños. Leyes con beneficios contributivos, campañas publicitarias a nivel regional, nacional y mundial, cambios en el sistema de educación pública, salud, transportación, entre otros. Nada de eso ha sido suficiente. Todos estos proyectos se han quedado cortos, pues nuestro status limita las estrategias de desarrollo que puedan implantarse.
Puerto Rico lleva más de 500 años siendo una colonia. Primero de España y ahora de los Estados Unidos; somos la colonia más vieja del mundo. Si continuamos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados. Afortunadamente el pueblo ya despertó y abrumadoramente votó en contra a la colonia y pidió la estadidad en varios eventos electorales.
A fin de cuentas, llegó el momento de hacerle entender al gobierno federal que Puerto Rico no aguanta más. Necesitamos romper las cadenas del coloniaje para que el resto del mundo nos mire con respeto y reconozcan que dimos el primer paso para desarrollarnos plenamente como pueblo. Hasta entonces, cualquier campaña publicitaria para vender nuestra isla como un paraíso, o cualquier intento de crear nuevos incentivos será un ejercicio, sino fútil, solo con beneficios temporeros.