Las grandes movilizaciones y protestas del verano del ’19 rindieron frutos: el pueblo de Puerto Rico destituyó a un gobernador de su puesto. Esas y otras movilizaciones y protestas son parte del ejercicio de nuestros derechos democráticos garantizados por la Constitución. Esto a pesar de que, alrededor de las 11:00 de la noche, la Policía — comandada por un gobierno PNP — utilizara sus altoparlantes para decir que la constitución no protegía nuestra libertad de expresión y de asociación.
Las protestas y movilizaciones expresan el sentir de quienes participan para anunciar sus reclamos y hacerlos valer. Como parte de esas protestas, Puerto Rico ejerció su derecho a destituir a un gobernante, lo que se conoce como una revocación del mandato. Esta figura jurídica se nombra como un referéndum revocatorio. Este mecanismo ciudadano de democracia directa permite que se remueva o se destituya a un gobernante mediante una votación.
En Puerto Rico, haría falta una enmienda constitucional para incluir este mecanismo en nuestro ordenamiento. Recientemente, el gobernador Pierluisi expresó su rechazo a incluir el referéndum revocatorio como parte de las enmiendas constitucionales que se discuten. No podemos olvidar que, cuando Rosselló fue destituido de su puesto como gobernador, Pierluisi no dudó en usurpar la gobernación. Es decir, que cuando se le revocó el puesto a Rosselló, Pierluisi quiso beneficiarse. Pero ahora, cuando el pueblo solicita que se establezca un mecanismo constitucional, democrático y práctico para hacerlo, no quiere implementarlo. Es innegable que no quiere hacerlo porque teme que el pueblo ejerza su derecho a la autodeterminación y pueda escoger y remover sus gobernantes mediante procesos democráticos y participativos.
El rechazo de Pierluisi a que el pueblo ejerza su voluntad de una manera jurídica, para nada impide que volvamos a ejercer la revocación de un gobernador mediante movilizaciones y protestas. Con referéndum o no, nuestro pueblo tiene vivo en su conciencia el potencial para revocar al gobernador. También tenemos presente la consigna de que somos más y no tenemos miedo.