“Irónico: Los hospitales se están llenando de pacientes que no creen en la ciencia, pero van para que la ciencia los cure”, lee un meme que corre por las redes sociales.
Se refiere a que los hospitales se están llenando de personas que no están vacunadas, principalmente por no creer en ella, pero cuando no pueden con los síntomas, llegan a la facilidad médica para que le apliquen instrumentos o medicamentos desarrollados y aprobados por la misma ciencia y la FDA. Obviamente no se refiere a los que no pueden vacunarse por condiciones médicas.
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Casi todos los hospitalizados y muertos, desde hace unos meses, son personas no vacunadas. Eso no sale de Wikipedia. Esos datos son reales y salen de los hospitales donde los atienden. No hay mejor aliado para el COVID-19 y sus estragos que las personas que promueven la no vacunación con teorías cantinflezcas. Obviamente, esos que llevan el mensaje apocalíptico de que la vacuna hace daño y que busca exterminar la humanidad o controlarla no asumirán responsabilidad por su desinformación y lo culparán a usted por no haberse protegido apropiadamente. Incluso, han llegado al absurdo de culpar a los vacunados por las muertes de los no vacunados.
Una cosa es usted decidir no vacunarse por convicción o desconfianza, pero otra es promulgar que no se vacunen con historias fantasiosas.
Los que promueven la no vacunación con disparates y teorías fantasiosas, sin base e investigación científica, son los David Koresh y Jim Jones contemporáneos, y pueden llevar a su secta, incluyendo niños, a la frontera con la muerte. Si se cruza o no esa frontera, una vez cae en el hospital, dependerá en algo de la suerte que pueda tener. Jones en Guyana y Koresh en Waco, Texas, llevaron a la muerte a cerca de 1,000 de sus seguidores, incluyendo niños, que les creían sus cuentos davidianos y del “Templo del Pueblo”.
Si usted no es de los que promueven que no se vacunen argumentando disparates, inventos y teorías sin evidencia científica e investigada, y que rebate a los cientos de miles de científicos y médicos que promueven la vacunación, pues no se sienta aludido con la comparación de Koresh y Jones. Suena fuerte, pero más fuerte es ver, leer y escuchar a personas promover que no se protejan o que se protejan a medias contra el COVID con disparates… Lo peor: que haya sectas que los sigan.
Llama la atención que uno de los puntos de algunos antivacunas es que la vacuna del COVID no es confiable porque se desarrolló en poco tiempo. Al mismo tiempo establecen que la vacuna altera el genoma humano o ADN, y que eso provocará que usted pueda morir. Pregunto a los que argumentan eso: ¿y en cuánto tiempo se elaboró la investigación que los lleva a esa conclusión? O sea, la vacuna no es confiable porque se formuló, desarrolló y aprobó en cerca de un año y sus teorías, que quizás se elaboraron en minutos con “investigación” disparatada en Google, ¿sí es confiable? De verdad, no se puede ser tan débil de mente, pero lamentablemente sí existen los que creen cualquier tontería.
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En otro tema, pero relacionado, la representante del Proyecto Dignidad, Lisie Burgos, radicó un proyecto legislativo para imponer sanciones económicas si, por ejemplo, un establecimiento le niega la entrada a una persona no vacunada. Esta legislación flexibilizaría las restricciones, lo que su vez podría provocar que más personas lleguen a los hospitales porque no pueden con los síntomas — en el mejor de los casos, porque la muerte es el peor. Aunque no sea la intención de la legisladora, que me parece una persona seria, es lo que podría provocar su legislación.
Indica que lo que busca es velar que el que no esté vacunado tenga las mismas libertades que el que decidió protegerse con la vacuna y que “la parte de la salud, todo el mundo es responsable de cuidarse y seguir los protocolos: mascarillas, lavado de manos, hand sanitizer”. Es cierto, no podemos soltar la mascarilla ni el lavado de manos. Sin embargo, desde el primer caso de contagio que tuvimos en marzo del 2020, más de 2,500 personas han pagado con su vida en Puerto Rico por no estar vacunados y depender solo de mascarilla, del lavado de manos, como sugiere la legisladora. ¿Cuántas muertes serían aceptables para personas que piensen que las libertades van por encima de salvar vidas, antes de reconsiderar esa postura?
Es irónico que un sector hable de “derechos” cuando hace unos años argumentaban que un homosexual no debía tener derecho de acceso al plan médico de su esposo o esposa del mismo sexo, atendiendo el plan médico un aspecto de salud y de vida. En el caso de los establecimientos, ¿los despojamos del “nos reservamos el derecho de admisión” por el “derecho” de un no vacunado? ¿Que un dueño de un negocio tiene que flexibilizar la seguridad y salubridad porque una minoría que no quiere vacunarse amenaza con multar? No estoy de acuerdo.
Derecho teníamos todos a caminar libremente, a trabajar, libertad de ir a la iglesia, y fuimos despojados de dicho derecho por la amenaza salubrista del COVID. Derechos teníamos a la intimidad en los viajes aéreos y eso es cosa del pasado. Nos quitamos los zapatos y abrimos los bultos que nos digan. Los derechos no son absolutos. Se establecen marcos regulatorios para la seguridad colectiva, y la libertad de uno o de un pequeño grupo jamás podrá ir por encima, ni atentar contra la seguridad y la salud de la mayoría.