Los cinco países más educados del mundo, según los datos más recientes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), fueron Alemania, Nueva Zelanda, Noruega, Finlandia y Reino Unido. De acuerdo al PNUD, además se encuentran entre los países donde mayores reducciones en la desigualdad de género se han observado a través de diferentes indicadores. Similarmente, los cinco países han dado pasos concretos y significativos durante las últimas dos décadas para fortalecer los derechos de las comunidades LGBTQ y en actualizar sus sistemas educativos para asegurar una educación basada en la ciencia y la equidad. En otras palabras, aunque con variaciones a través de los cinco casos y con mucho que aún se puede mejorar, sin duda han comenzado a incorporar una educación con perspectiva de género.
Por otro lado, según los datos más recientes de la Encuesta de la Comunidad que administra la Oficina del Censo, en Puerto Rico aún tenemos seis municipios donde 35% o más de la población mayor de 25 años de edad no completó su cuarto año de escuela superior (Maricao, Las Marías, Lajas, Lares, y Adjuntas). En el caso de Maricao y Las Marías, esa cifra se acerca al 50%. En cinco de esos seis municipios (la excepción siendo Lajas), Joanne Rodríguez Veve recibió más votos que los demás candidatos y candidatas de otros partidos no tradicionales, y resultó la tercera candidata con más votos para el escaño de senadores y senadoras por acumulación.
La evidencia es clara. Hay una relación inversa entre la educación y el machismo, la homofobia, y la transfobia. Esto representa una contradicción seria para Proyecto Dignidad. Mientras más se eduque el pueblo puertorriqueño, menos votos recibirán. ¿Quizás por eso su afán por dejarnos con una educación arcaica?
Mirando hacia el resto del mundo, queda claro que Proyecto Dignidad nos quiere atrapar en el pasado de ignorancia, violencia y barbarie que tanto luchamos por superar. Fortalecer la educación pública es la clave, no sólo para nuestro desarrollo económico, sino además para que los y las representantes del odio y la negación de la ciencia, se conviertan en, y permanezcan, cosa del pasado.