Un informe demoledor del renombrado director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), Josué Colón, y que le tomó solo unos días prepararlo, reveló lo que sabemos: que parte de los dolores de cabeza de la inservible corporación pública son porque no se le dio mantenimiento en los pasados años, incluyendo unidades que no han tocado desde ¡hace 7 años! Lo que Colón hizo en unos días no lo pudo hacer Paredes en su período de dirección: ser transparente y decir lo que había en un informe para que el pueblo supiera.
El pasado 28 de septiembre publiqué en mi cuenta de Facebook una presentación dirigida a la Junta de Gobierno de la AEE y al ex director ejecutivo, Efran Paredes, por parte de Daniel Hernández Morales, exdirector de generación de la corporación. Este documento fue preparado en diciembre del 2020 y entregado a los destinatarios entre ese diciembre y enero del 2021. Era un plan para atender de forma urgente el mantenimiento de varias unidades. Según me indicaron, el plan de mantenimiento fue rechazado por “falta de fondos”.
¿Cuáles eran las unidades que mencionaba la presentación? Algunas de las que hoy están dando dolor de cabeza. “Estas reparaciones representarían 895 MW adicional a la capacidad actual (diciembre 2020)”, decía el documento. Varias de estas unidades son mencionadas por Colón en su informe. Hoy, 9 meses más tarde, ¿hay fondos? No los hay, pero los están buscando y aparentemente los están encontrando. También se habla de un plan para traer empleados nuevamente a trabajar a la AEE para tratar de sacarla de la sepulcral fosa. ¿Y entonces…? Lo que se está haciendo hoy, ¿no lo podía hacer Ralph Kriell-Rivera en la cabeza de la Junta y Paredes en la dirección ejecutiva? ¿Qué tenemos hoy por esa omisión, esa dejadez y falta de sensibilidad hacia la ciudadanía, los enfermos y los que dependen de la energía para vivir o tener un poco de mejor calidad de vida? El caos más grande de este siglo. ¿Alguien pagará por eso?
Ese es el tema de este escrito. Somos la isla sin consecuencias, donde unos funcionarios públicos atentan contra la vida de otros, controlando de forma negligente e irresponsable un servicio esencial del que depende la vida, y andan como si nada por ahí. Con este acto temerario pasa nada, como con casi todo. Y no nos limitemos a estos dos individuos.
Hoy vemos al exdirector de la corporación pública, Juan Alicea, hablando sobre lo que hay que hacer, y qué se ha dejado de hacer en los últimos años, señalando la falta de mantenimiento y personal como uno de los problemas. Yo no pongo en duda los conocimientos de Alicea en ingeniería y electricidad. No obstante, recuerdo bajo su administración la contratación de Liza Donahue para atender la reestructuración operacional y fiscal de la AEE. Donahue fue contratada en el 2015 a razón de 9 millones de dólares el primer año y fue extendiendo sus contratos hasta febrero de 2017. Alrededor de $45,000,000 fue el monto total de lo cobrado. Un oficial de reestructuración de este peritaje y conocimiento nadie lo consigue por $300,000.00 al año. Eso lo entiendo. Ahora bien, ¿cuáles eran los señalamientos en aquel momento sobre la reducción de cerca de $550 millones que indicó Donahue haber logrado? Según los reportes de aquel momento, a Donahue se le fue la mano recortando nómina, equipos de empleados y hasta mantenimiento. ¿Quién recorta medio billón de dólares en menos de dos años y medio sin tocar áreas sensitivas? Un recorte de esa magnitud, en tan poco tiempo, es como dar un tajo entre órganos con el escalpelo, desde la vejiga hasta el cuello, en dos segundos, y pensar que no existe posibilidad de tocar un órgano vital.
Hago mención del paso de Donahue porque, aunque las denuncias de falta de mantenimiento se atribuyen a rojos y azules por años, fue con ella y Alicea que más se denunció que se estaba sacrificando partidas en ese renglón para lograr ahorros. Se pudo haber logrado “ahorros” con Donahue, pero ¿a qué precio? Lo vemos hoy.
Lo que ha ocurrido con la AEE raya en lo criminal, y no habrá consecuencias. ¿Saben por qué repetimos la historia de la ineficiencia?¿Por qué tropezamos con la misma piedra? Precisamente porque no hay consecuencias. En Puerto Rico, generalmente, los responsables del desastre se libran de consecuencias y quien termina pagando las consecuencias de esa práctica es el pueblo. ¿Usted cree que Efran Paredes, Ralph Kriell-Rivera y los demás responsables del pasado en la AEE no concilian el sueño en las noches porque la “gran consecuencia” es que no ocupan los puestos? Siguen en lo suyo, con sus salarios y negocios, tranquilos. ¿Por qué? Porque disfrutan de vivir en la isla sin consecuencias.