La Universidad de Puerto Rico (UPR) también fue mi universidad, y lo fue desde el entonces Colegio Regional de la Montaña en Utuado hasta el Recinto de Río Piedras. No solo estudié en el sistema, también fui miembro del Consejo de Estudiantes en un período. Por lo tanto, lo que ocurra con la UPR no deja de preocuparme. Estoy consciente de que hay sectores que entienden que no pensar estrictamente como ellos eso es sinónimo de que a uno no le importa la academia, pero no es así. Defienden la Universidad como un centro de libre pensamiento, pero si piensas distinto a ellos, te marcan y clasifican, así que eso de “libre pensamiento” es pura hipocresía de esos sectores.
Habiendo dicho eso, y como egresado, me pregunto: ponerle candado a la UPR como protesta, ¿es la mejor estrategia para mantenerla abierta y viva? Lo primero que debemos analizar es si las estrategias de hace 30, 40 o 50 años siguen vigentes como acciones asertivas y efectivas para lograr las metas. En mi opinión, cerrar la UPR como método de presión en la década de los 80 bajo el liderato estudiantil de Roberto Alejandro no es lo mismo que hacerlo hoy bajo el liderato de quienes estén al frente de los estudiantes.
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La empatía del pueblo con este tipo de manifestaciones y acciones, que en ocasiones incluye violencia, no es la misma de hace unas décadas. ¿Es importante esa empatía para lograr que la meta de una manifestación sea alcanzable? En mi opinión sí. Por ejemplo, con la Ley 7, bajo la administración de Luis Fortuño, se despidieron cerca de 12,000 empleados públicos. Una situación así en la década de los 70, 80 y 90 hubiese provocado una huelga. ¿Cree usted que los lideratos sindicales no midieron temperatura con la Ley 7 para paralizar al país? Obviamente sí. ¿Y por qué no lo hicieron? En mi apreciación, porque no tenían el apoyo que hubiesen tenido del pueblo hace unas décadas.
El caso de la AEE con LUMA, ¿no hubiese provocado una huelga bajo el liderato en la UTIER de Juan G. Marrero (1973) o José Valentín (1988)? ¿Por qué no lo lograron Ángel Figueroa Jaramillo y Ricardo Santos? Porque no hay empatía de la ciudadanía, menos con la AEE. Por eso es importante para estos métodos de presión que el pueblo en general cierre filas detrás de una estrategia de paralizar.
El cierre de la UPR para presionar y evitar los recortes presupuestarios, ¿es la estrategia correcta? Ciertamente, es una forma de expresión, pero no creo que en estos tiempos sea mucha la presión que le metan al gobierno, menos a la Junta de Supervisión Fiscal. De hecho, el argumento de algunos sectores que promueven el cierre de recintos para evitar recortes es que dichos recortes le hacen daño a la Universidad. Estipulado, pero sus acciones de cerrar recintos como protesta también le hacen daño. Otro cierre es volver a retrasar a los que quieren estudiar. ¿Eso alienta a mantener la matrícula de la UPR a capacidad total o saludable? ¿Promueve que estudiantes de nivel superior o de otras universidades quieran moverse a la UPR? Yo creo que no. La matrícula ha bajado por eso y seguirá bajando. Esa inestabilidad, por gravedad, le hace bajar aún más los ingresos.
En el 2017, por los recortes presupuestarios propuestos cerraron recintos de la UPR. Contrario a otros años, el gobierno dejó que hicieran lo que quisieran en términos de no abrir por la fuerza. Al final terminaron abriendo y no se evitó un recorte. De hecho, a pesar de protestas y cierres previos, ha habido recortes, por lo que es ilógico pensar que esa misma estrategia es la que funciona. Tienen que repensar la estrategia de lucha para fortalecer a la UPR económicamente.
Hace unos días trascendió que cuatro estudiantes del Recinto de Ciencias Médicas inventaron y patentizaron una mascarilla que permite a las personas ingerir alimentos sin quitársela. Esta extraordinaria noticia puede verse de dos maneras. Por una parte está el que se para en el portón a ponerle candado gritando: “por eso es que no pueden cortarle fondos a la UPR”. ¡Claro que cosas como esas ameritan la urgencia de fortalecer económicamente a la Universidad! Pero, ¿hacer eso y nada más evitaría un disloque económico de la academia estatal? Entiendo que no. Aunar esfuerzos de toda la comunidad universitaria para emular a esos estudiantes sí puede ayudar a palear la situación. No resuelve el problema en su totalidad, pero esas y otras estrategias pueden ayudar a amortiguar un golpe que parece ser inevitable. Enrollarse las mangas y buscar alternativas puede ayudar más que poner candados con cara de revolucionario en estos tiempos. Aunque suene romántico o se quiera emular al pasado, vivimos en otros tiempos.