Ya sabemos lo que pasa con muchas de las promesas hechas en campaña. Se las lleva quien las trajo. Por eso es preciso que los electores no solo pidamos que nos prometan sino también que demos seguimiento a los prometido.
Pero las promesas no solo llegan en voz de candidatos a alcaldes, la legislatura o la gobernación. En esa extraña dinámica local en donde no se vota por el presidente, pero sí podemos ayudar a definir a los candidatos al puesto principal en las papeletas de los partidos Demócrata y Republicano de Estados Unidos, aquí también se nos lanzan promesas incluidas en las plataformas a la presidencia. Allá -como acá- muy pocas se cumplen.
Basta con repasar la plataforma del hoy presidente Joe Biden. Hasta este punto él, como pasó antes con Trump u Obama (en entrevista conmigo en medio de su campaña primarita prometió solucionar el tema del estatus en su primer término) muchas de sus promesas siguen en pausa.
Sí. Bien ha cumplido con cosas como liberar los fondos de recuperación detenidos por Trump. También reactivó el Task Force sobre Puerto Rico que Trump dejó sin efecto. Sin embargo, una larga lista de asuntos quedan aun en suspenso. Para empezar, su promesa de auditar la deuda de Puerto Rico. “Es posible que miles de millones de dólares en deuda se hayan emitido ilegalmente en violación de la constitución de Puerto Rico y, por lo tanto, sea nula. Una auditoría de la deuda de la isla permitirá a Puerto Rico planificar un camino fiscal justo y sostenible” promete el texto de la campaña de Biden sobre Puerto Rico que aun está colgada en su página web. De esa auditoría ni rastro.
Biden fue más lejos al asegurar que debían enmendarse las funciones de la Junta Fiscal y la propia ley PROMESA. “Cuando se aprobó PROMESA, nadie imaginó dos huracanes devastadores, terremotos y una pandemia única en un siglo. A la luz de las condiciones actuales, la Junta de Supervisión y Administración Financiera (FOMB, por sus siglas en inglés) necesita un cambio significativo en el enfoque. Biden trazará un nuevo camino para abordar las deudas insostenibles de Puerto Rico que toma en consideración los nuevos desafíos. Biden ayudará a abordar la carga de la deuda que frena la economía de Puerto Rico”. de esas enmiendas, nada. Tampoco de su promesa de reducir el monto del pago de la deuda que, él mismo reconoce, frena la economía de Puerto Rico. Biden prometía: “Para asegurar el futuro de Puerto Rico, debemos reducir su carga de deuda insostenible; el servicio anual de la deuda de Puerto Rico es el 28% de los ingresos, más de cinco veces que el estado promedio”. Las promesas incluían además revertir la política de austeridad que rige la isla hace casi dos décadas y que ha recrudecido la Junta. “Ante una crisis económica y las devastadoras consecuencias de los huracanes, los terremotos y ahora la crisis del COVID-19, la Junta de Supervisión y Administración Financiera ha insistido en una política dañina de austeridad” criticaba Biden.. Aun se espera por el cumplimiento de esa promesa. Lo mismo sucede con su garantía de condonar la deuda de los municipios con FEMA, que suma más de $300 millones. El presidente de EE. UU. afirmaba que impulsaría un proceso como el que ocurre con los municipios en ese país para liberarlos de la deuda.
Ni rastro tampoco de su respaldo a la estadidad o a un proceso vinculante que comprometa a Estados Unidos con una solución sobre el tema del estatus. “Como presidente, Biden trabajará con los representantes que apoyan cada una de las opciones de estatus en Puerto Rico para iniciar un proceso justo y vinculante para que determinen su propio estatus”. De ese proceso, nada.
Toca ahora a la clase política local pedir cuentas. No sea que esta vez, como siempre, Puerto Rico fue solo bueno para recaudar algunos pesitos, ganar capital político entre las comunidades de boricuas en la diáspora y, logrado el objetivo, capítulo cerrado.