Ayer conmemoramos 66 años desde que Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un transporte colectivo como parte de las acciones concertadas que se desarrollaban en la lucha contra la segregación racial. Las personas negras solo podían sentarse en secciones marcadas por una línea blanca. Cuando la sección para las personas blancas se llenaba y se quedaban de pie, el chófer movía la línea hacia atrás para que se pudieran sentar. Ese día, cuando el chófer vio personas blancas de pie, movió la línea blanca y le requirió a las cuatro personas negras que estaban sentadas que se pusieran de pie -Rosa Parks entre ellas- y le cedieran sus asientos a pasajeros blancos. Rosa Parks se negó. Esto provocó que el chófer llamara a la Policía y que Parks fuera arrestada.
El 5 de diciembre fue su juicio, pero, entre su arresto y ese día, las comunidades de personas negras y sus organizaciones siguieron sus movilizaciones en contra de un sistema racista, apoyado por la legislación y la Policía. El día del juicio, alrededor de 500 personas fueron a demostrar su apoyo, no solamente a Rosa Parks, sino para manifestarse en contra del racismo mediante la segregación. Ese día también hubo una manifestación organizada mediante el boicot. El objetivo era que las personas negras no utilizaran el transporte por guagua como método de resistencia y como parte de las actividades concertadas. Alrededor de 40,000 personas se unieron al boicot ese día.
El exitoso Montgomery Bus Boycott al transporte colectivo duró 381 días. La protesta culminó con la victoria judicial declarando inconstitucional la segregación en el sistema de transporte público. Rosa Parks fue reconocida posteriormente por el Congreso por su desobediencia civil. Debemos seguir el ejemplo de Parks y de todas las personas que han arriesgado su libertad y su vida por mejorar nuestras condiciones de vida. Debemos dejar de ceder el asiento a la violencia machista, a la destrucción ambiental, a los acreedores y a quienes pretenden seguir poniendo los intereses y las ganancias de una minoría por encima de la vida de nuestra gente.