La llegada del papa Francisco a Bogotá fue alegre y sin mucho protocolo. A pesar de la organización protocolaria que había para su arribo, el sumo pontífice decidió no seguirlos y acercarse a los colombianos que estaban esperándolo en CATAM.
Abrazó a los niños que le hicieron una calle de honor y le dio la bendición a las víctimas del conflicto.
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Luego, durante su primer recorrido por la capital del país, saludó efusivamente a los asistentes que se reunieron en la calle 26 y cerca a la Nunciatura Apostólica, donde pasará la noche.
Al llegar ahí, varios grupos artísticos hicieron cortas presentaciones que sorprendieron al papa, quien dijo: “Que nadie les robe la alegría”.
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