Esta vez, la criminalidad que vive nuestro pueblo nos tocó muy cerca. Han asesinado al compañero Francisco Reyes Márquez “Kiko”, presidente de la Unión de Empleados Corporación del Fondo del Seguro del Estado, hijo de mi hermano y compañero de lucha miembro de mi primera Junta Directiva del Capítulo de Plantas UTIER Puerto Nuevo-Palo Seco, Francisco Reyes “Kikí”, quién falleciera hace varios años.
Kiko fue víctima de la violencia que sufre nuestro pueblo, violencia que, aún cuando los medios de comunicación no pierden tiempo en mostrarnos su crudeza, se hacen de la vista larga en profundizar y mostrarnos las verdaderas causas de esa violencia más allá del vil asesino.
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No podemos conformarnos con señalar que nuestro compañero Kiko tuvo mala suerte o estuvo en el sitio menos indicado o que son causas del destino y mucho menos que son cosas de Dios. No, mil veces no, tenemos que indignarnos ante este crimen y la ola de criminalidad que vive nuestro país, desde la violencia neoliberal, patronal que nos roban los derechos laborales, obligando a una madre enfermera trabajar en 3 turnos de trabajo hasta que el cansancio le arrebata la vida a ella y a dos de sus tres hijos, la violencia que lleva al policía hacer mal uso de su fuerza y le arrebata la vida a un ciudadano, la violencia contra la mujer que es asesinada por su pareja, hasta la violencia que comete el Estado contra todo el pueblo al fallarle en cumplir su responsabilidad primaria de ser garantizarle todos los derechos fundamentales para que la gente pueda tener una mejor calidad de vida en paz y armonía con todos.
Kiko vivió con la esperanza de hacer un cambio en nuestro país, comenzando, como tiene que ser, desde su taller de trabajo, con las limitaciones que el momento histórico le impusieron y aquellos que no estuvieron a la altura que dicho momento nos exige a todos y todas.
Vuela alto, querido compañero, sobrino, hijo de mi hermano Kikí. Allá te recibe tu viejo con su acostumbrada sonrisa, bien hecho, buen trabajo, orgulloso de ti, mi querido negrito, me parece estar escuchándolo a tu llegada a esa ¨Ciudad con las calles de oro¨ como decía Kikí cuando nos hablaba de su inquebrantable fe de que nuestra vida no termina aquí en este plano terrenal.
No puedo dejar de pensar en los tuyos, en los que se quedaron aquí, tu querida madre, enfermera jubilada del Fondo; tu hermano; tus hijos; esposa; sobrinos; familiares y compañeros y compañeras del Fondo, a todos ellos a nombre de mi esposa Charo y mío, mi mayor solidaridad en este momento de dolor e indignación.
Reitero una vez más ante ustedes mi compromiso e invitación a que honremos a nuestro querido compañero Francisco “Kiko” Reyes continuando la lucha por la cual éste vivió, honremos su vida luchando por los vivos.
Hasta siempre compañero Kiko.