La lucha de las mujeres a lo largo de la historia para que se reconozca que son tratadas de una manera distinta, que se encuentran en desventaja, que tienen menos derechos y libertades que los hombres, ha tenido avances importantes. Hace relativamente poco tiempo que las mujeres no podían adquirir propiedades, ni votar, estudiar, trabajar, ni escoger a sus parejas. Es decir, la lucha por la conquistas de más y mejores derechos ha avanzado. Sin embargo, todavía nos queda mucho por hacer, falta un largo trecho para alcanzar, por ejemplo, la equidad.
Según el Negociado de Estadísticas Laborales del Departamento del Trabajo Federal, en el 2020 las mujeres ganaron 82 centavos por cada dólar ganado por un hombre. La brecha salarial entre hombres y mujeres nos coloca en desventaja. Esta brecha se amplió con la pandemia al provocar despidos y cesantías que dejaron a muchas sin sustento. Además, hubo un aumento en las tareas de reproducción social que incluyen aumentos en trabajo doméstico, en el trabajo de cuidado de personas mayores, familiares y de la niñez, sin recibir asistencia económica adecuada, sin que hubiera escuelas abiertas o centros de cuido abiertos, disponibles o accesibles. Se trata de un trabajo socialmente necesario, que no es remunerado y que recae desproporcionadamente más sobre las mujeres. Otro asunto que afecta desproporcionadamente a las mujeres es la violencia de género.
Según divulgado en la prensa, y conforme a las expresiones de las cinco organizaciones integrantes del Comité PARE, el Secretario de Educación alteró unilateralmente el título y el propósito del currículo con perspectiva de género que se implementaría en las escuelas. Esto atentaría contra el propósito mismo del currículo que es poder conocer cuáles son las violencias, poder distinguir la violencia de género y sus causas, para entonces poder erradicarlas. No renunciaremos a la implementación de este currículo. El Secretario no puede ceder a presiones de los mismos antiderechos que niegan que nos matan por ser mujeres.