La aspiración y la lucha para que la nación puertorriqueña obtenga su independencia tiene como propósito, fundamentalmente, obtener los poderes políticos y económicos para tomar las decisiones que nos afecten sin la intervención de un país extranjero. Como ha expresado el compañero Juan Dalmau, “unirnos al mundo”, ser parte del conjunto de países que establecen relaciones, llegan a acuerdos y pactan diversos tratados en condiciones de igual a igual. Eso es ser un país soberano: es romper y destruir de una vez y por todas el colonialismo que nos arropa y nos destruye como sociedad.
Ese colonialismo es el que ha impedido nuestra presencia en el ámbito de las relaciones internacionales, el que ha permitido la explotación de nuestros recursos y de nuestra economía para intereses externos, el que ha propiciado que miles de millones de dólares que se generan en Puerto Rico salgan del país a manos de empresas e intereses externos.
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Históricamente, los gobiernos coloniales de Puerto Rico han permitido ese esquema de explotación y sobre todo lo han promovido. En años recientes, ese esquema de “paraíso fiscal” se ha transformado en lo que hoy conocemos como la Ley 22, la “invitación” para que inversionistas lleguen a Puerto Rico a recibir grandes exenciones contributivas, sin que la inmensa mayoría genere empleos, no participen de actividades productivas, especulen con la compra de propiedades, generando y provocando el desplazamiento de comunidades.
Ahora el nuevo capítulo de este colonialismo económico es el gobierno buscando este tipo de inversión en España, vendiendo al país como un “paraíso”. Por ello otorgan “medallas monárquicas” para continuar con este abusivo esquema contributivo.
Los independentistas queremos que la República de Puerto Rico sea una democrática, de justicia social y solidaria, que seamos parte del mundo, que la relación económica con diversos países sea de igual a igual en condiciones justas, que podamos sentarnos en todos y cada uno de los organismos internacionales a la misma altura que el resto de los países del mundo, que tengamos intercambios culturales y educativos con otras naciones. Continuaremos construyendo el camino para ese objetivo de libertad, soberanía y dignidad.