En el Club Gallístico de Naguabo, Edwin “Sugar” Díaz tiene un mural con su imagen en uniforme de los Mets de Nueva York. En esa pared, a Sugar lo acompaña Martín “Machete” Maldonado, receptor de los Astros de Houston, pero otro hijo del pueblo. Los dos engalanan la gallera, pero el 1 de enero de 2019, Sugar llegó acompañado de su padre para jugar un gallo rubio.
“A mí me gusta ir a las jugadas buenas. Me gusta competir con los mejores, como en la pelota”, le dijo a Metro a su llegada al coliseo.
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Este año parece ser el último para alimentar la pasión gallística de forma legal.
“Es un momento difícil para industria de los gallos, con la aprobación de la ley. Esto afecta a todos, a la gente de las galleras y a los dueños de gallos. Pero entiendo que las asociaciones y las organizaciones que se están dando harán un gran trabajo. Tenemos mucha fe, tenemos que meter mano, unirnos todos y echar hacia adelante. Si nos dan el break de enseñar cómo es la jugada de los gallos, vamos a seguir jugando”, aseguró a las afueras de la gallera el taponero que viene de liderar las Grandes Ligas con 57 rescates.
Sugar es un tipo que baja la recta a más de 100 millas por hora, por eso no hay miedo que valga a la hora de bajarla por la goma en cualquier terreno de juego.
“Yo siempre que puedo coopero. Tengo a mi papá ahí. Yo no me meto mucho por mi trabajo y eso, pero siempre que puedo estaré por ahí. Yo siempre voy a tener mis gallos. Si los prohíben, pues los sigo criando para tenerlos allí. Si nos quitan esto, sería una pena”, lamentó.
De otro lado, el caballete, que en esta temporada baja fue traspasado desde los Marineros de Seattle a los Mets, aseguró que el 2019 debe ser un año de adaptaciones en su carrera como ligamayorista.
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“Tuve un gran año. Estoy súper contento y agradecido con Dios. La meta para el 2019 es seguir en salud y demostrar una vez más lo que se hizo el año pasado. Quizás no se hagan los mismos números, pero tener algo similar, eso sería muy bueno. Las expectativas son las mismas que siempre he tenido: ayudar a mi equipo a llegar a playoffs”, sostuvo.
Asimismo, Díaz considera que su llegada a Nueva York es una oportunidad para aprender y crecer como atleta y ser humano.
“Creo que tengo que seguir mejorando en los aspectos pequeños del béisbol. Tengo que seguir mejorando mi mecánica y madurar como pelotero. La verdad es que todavía tengo que aprender mucho, por eso me gusta llegar al spring training, porque quiero seguir aprendiendo, preguntando y perfeccionando. Como dice Robinson Canó, que es mi hermano: ‘Yodos los días tienes que aprender algo nuevo’”, señaló.
Sugar se despidió recetándole un ponche de humildad al orgullo naguabeño. Para el relevista es fundamental recargar baterías acompañado de su gente.