Emma Raducanu llegó el mes pasado a Nueva York ubicada en el número 150 el escalafón mundial.
Sólo había aparecido una vez en torneos del Grand Slam y había reservado ya un vuelo para marcharse en cuanto terminaran las rondas preliminares del Abierto de Estados Unidos, en caso de que no se clasificara al certamen.
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El sábado, en el estadio Arthur Ashe, abrazó el trofeo plateado, con el que completó un recorrido sorprendente —de hecho inédito— desde la fase clasificatoria hasta la obtención del título, al imponerse en la final 6-4, 6-3 sobre Leylah Fernández, quien habría escrito una historia igual de fascinante de haber ganado.
“El futuro del tenis es grandioso, por la gran cantidad de buenas tenistas que hay ahora en este deporte”, dijo Raducanu, quien amanecerá el lunes como 25ta del ranking. “Pienso que cada jugadora en el cuadro femenino tiene definitivamente la oportunidad de ganar cualquier torneo”.
Raducanu conquistó por primera vez un título del Grand Slam.
Ninguna tenista profesional desde 1968 había llegado a la final de un major tras disputar las preliminares de la ronda clasificatoria. La británica de 18 años lo logró y además ganó el trofeo.
Es la monarca más joven de un torneo del Grand Slam desde que la rusa Maria Sharapova se coronó en Wimbledon en 2004, a los 17 años.
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Raducanu, apenas en su segundo certamen del Grand Slam, no perdió un solo set en el US Open. La última tenista que había conseguido esa hazaña fue Serena Williams en 2014.
Hay otro dato a considerar: Este fue el primer título de Raducanu en la Gira de la WTA, apenas en su cuarto torneo.
Fernández eliminó a tres de las cinco mejores tenistas del escalafón en su camino a la final. En cambio, la joven de padre ecuatoriano no encontró la energía para remontar, luego de disputar cuatro duelos consecutivos que se dirimieron en tres parciales.
“Espero volver a una final acá y esta vez obtener un trofeo, es decir el trofeo correcto”, dijo la tenista de madre filipino-canadiense, con lágrimas en los ojos.
Desde 1999, no ocurría que dos adolescentes se enfrentaran en la final de un major. En aquel entonces, Serena Williams, de 17 años, doblegó a Martina Hingis, de 18, en el US Open.
El duelo del sábado fue el primero por el título de un certamen del Grand Slam entre dos tenistas que no figuraban entre las preclasificadas.
Raducanu logró un quiebre para tomar una ventaja de 4-2 en el segundo set. Conservó el servicio para colocar el parcial en 5-2 y estuvo dos veces a un punto de ganar el cetro en el siguiente juego.
Sin embargo, permitió que ambas oportunidades se le escaparan al enviar hacia la red un par de tiros al ras del piso.
“Así de buena es ella como competidora”, dijo Raducanu acerca de Fernández, a quien había vencido en la segunda ronda de la categoría juvenil de Wimbledon hace tres años.
Esta vez la superó en un escenario más importante.
En 5-3, Raducanu estaba en condiciones de llevarse el duelo con su saque. Resbaló en la cancha cuando perseguía una pelota en busca de ejecutar un revés.
Sufrió una cortada en una rodilla. Un kinesiólogo entró para aplicar un vendaje.
Durante una interrupción de más de cuatro minutos, Fernández, zurda de 19 años y 73ra del escalafón, habló con la jueza de silla Marijana Veijovic.
“Sinceramente, yo no sabía qué pasaba con Emma. No sabía si su caída había sido muy grave. Por eso fui a ver a la jueza y le pregunté”, dijo Fernández. “Fue desafortunado que eso ocurriera en un momento específico en que yo tenían una buena racha, pero así es el deporte y el tenis. Hay que seguir adelante”.
Cuando las hostilidades se reanudaron, Raducanu se salvó de un par de puntos para quiebre. Aprovechó su tercera oportunidad para finiquitar el encuentro, con un ace de 108 millas (173.81 kilómetros) por hora.
Soltó su raqueta, se dejó caer de espaldas y se llevó las manos al rostro.
La última británica que había ganado un trofeo del Grand Slam era Virginia Wade, en la edición de 1977 de Wimbledon.