A pesar de que Déborah Siberón y Ángel Omar González lo perdieron todo durante el huracán María, ahora lo que viven diariamente pasa por su mente en las noches como película gratificante.
El matrimonio decidió ver su situación como una prueba momentánea que tiene solución, por lo que se enfocaron en poner su mirada en los demás y hacer la diferencia a través del servicio en su comunidad, vecinos y amigos. “Lo mejor de todo de ayudar a los demás, es que ellos te bendicen y siempre digo que cuando pongo mi cabeza en la almohada veo una película de todo lo que ha sucedido en el día y es gratificante para mi sentirme privilegiada de ayudar a otros, porque el corazón de uno se llena de alegría”, dijo Siberón en entrevista con Metro.
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En su comunidad Mamey I en Gurabo muchos ya los conocen. Los primeros días González ayudó a abrir camino en las calles que quedaron intransitables y limpió los baños del refugio con las brigadas municipales, así como proveer agua a las comunidades. Días después se dedicaron a llevar compras, agua a las familias, ayudaron a las personas sin hogar, reconstruir la iglesia a la que pertenecen, cuidado a personas encamadas, y hasta muchos les han pedido oración.
Fotos: Joshua Mikasobe
“Andábamos con el carro lleno de cosas que pudimos salvar o cosas que nos donaron, jabón, champú, y cosas de aseo, eso fue útil en mi carro, porque bañábamos a los deambulantes. En mi corazón están los deambulantes, Ángel si ve una persona con necesidad, rápido busca la manera de ayudar”, manifestó la mujer, quien labora en una fábrica en Gurabo. Por su parte, González detalló que “tras el huracán ahora ayudamos más a los demás y es algo que jamás había experimentado en los años que tengo. Me acuesto en las noches agradeciéndole a Dios por permitirme vivir esto”. Confesaron que antes del huracán también semanalmente salían con miembros de la iglesia a darle comida a las personas sin hogar.
Reconocieron que mientras ellos ayudan a los demás, muchas personas que conocen de su desgracia se les han acercado para ofrecerles ayuda y preguntarles qué necesitan, lo que para la pareja es una devolución de Dios de la ayuda que brindan a los demás. “Dios no ha perdido detalles con nosotros, cuando hemos estado en la calle hasta tarde que no hemos podido cocinar, tenemos amistades que nos han cocinado y hasta los gustitos nos hacen, esos son regalos de Dios”, expresó Siberón.
La pareja está en proceso de reclamar ayudas al gobierno federal, pues perdieron el techo de su residencia y con él los enseres, camas, muebles y todos los electrónicos.