En “Tomb Raider”, que tiene elementos de “Indiana Jones”, ’’Batman” e incluso “Tron: Legacy”, pero con una joven ansiosa en busca de sí misma en vez de un joven, Alicia Vikander resiste muchos golpes.
Le pegan en la cara, en el estómago, es arrojada contra unas rocas y sale volando sobre un bosque, la hieren, la atropellan y su vida queda colgando de una mano por lo menos cuatro veces, además de que la asfixian, literalmente, hombres y mujeres.
¡Pero sale adelante! La película en sí es otra historia más complicada, pero esta adaptación del videojuego original es mejor que la mayoría, con escenas tan divertidas como ridículas que se parecen más a la experiencia del juego.
Tras dos intentos muy flojos, y varias adaptaciones terribles de videojuegos en camino, Hollywood resucitó “Tomb Raider” con la más reciente actriz ganadora de Oscar que pudo conseguir. Al igual que Angelina Jolie lo hizo antes que ella, Vikander dejó pasar exactamente dos años desde que ganó su Premio de la Academia a mejor actriz de reparto por un emotivo drama antes de ponerse las botas de combate y profanar algunas tumbas.
Bajo la dirección del noruego Roar Uthaug (“The Wave”), Lara es presentada recibiendo golpes en un ring de boxeo. Tiene problemas para pagar la membresía al gimnasio donde tiene acceso a instalaciones de bajo coste estilo Rocky. A duras penas sobrevive con su trabajo como repartidora de alimentos en bicicleta. Tampoco tiene miedo de asumir un reto para ganar algo de dinero adicional pedaleando por las calles de Londres con una cola de zorro, un bote de pintura y una decena de tipos tratando de encontrarla.
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Pero al hacerlo ve a un hombre de traje en la calle que podría ser su padre (Dominic West), que lleva años desaparecido y se presume podría estar muerto, y esto la lleva a un flashback de ensueño que la distrae lo suficiente para perder la concentración y caer sobre una patrulla.
En la estación de policía nos enteramos de la verdad: Lara no es una chica de clase trabajadora, es alguien que creció con una enorme riqueza y cuya herencia no puede cobrar hasta que firme los papeles que reconocen que su padre, a quien dejó de ver hace siete años, está muerto. Justo cuando está por entregar el control de sus empresas a la empleada de su padre (Kristin Scott Thomas), se encuentra con una pista que la lleva a un viaje para descubrir lo que le pasó a su papá en una isla remota, cerca de la costa de Japón. Él iba en busca de una antigua “diosa de la muerte” llamada Himiko, y la siguiente media hora de la cinta la pasamos buscándola y hablando de ella.
Lara llega a Hong Kong primero y encuentra al hijo de un hombre que conoció su padre, Lu Ren (un convincente pero subutilizado Daniel Wu), quien la acompaña en su aventura en barco.
Tras una tormenta naufragan a esa isla y son capturados por Vogel (Walton Goggins), un mercenario que trata de encontrar a la momificada Himiko para llevársela de ahí.
En ese momento las piezas de la película empiezan a hacer clic, y Lara, cuyos abultados músculos de la espalda se exhiben en cada oportunidad, se mete en aprietos al tratar de escapar de Vogel. Que los productores le pusieran pantalones caqui y no los minishorts de Jolie es quizá una señal de progreso.
La película toma prestados, no tan sutilmente, elementos de varias cintas mejores, pero aun así hay maneras en las que la historia de “Tomb Raider” pudo haber sido mejorada. Lara es, a pesar de todo su buen juicio y determinación, una protagonista bastante pasiva, por ejemplo.
“Tomb Raider” es en general una película de acción entretenida y convincente, pero también un poco tonta, con una gran actriz.
La cinta de Warner Bros. tiene una clasificación PG-13 en Estados Unidos, por ciertas escenas de violencia que podrían no ser apropiadas para menores de 13 años, así como por algunos de sus diálogos. AP le da dos estrellas y media de cuatro.