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Crean obra teatral para desmentir al Hamilton de Lin-Manuel

Crean obra teatral para desmentir al Hamilton de Lin-Manuel

Desde que el musical histórico “Hamilton” comenzó su marcha hasta convertirse en una obsesión casi universal, un grupo ha retenido notablemente su aplauso: los historiadores. Muchos académicos argumentan que el retrato de Alexander Hamilton, el astro del billete de 10 dólares, es falso, y están escalando su lucha contra el megaéxito de Lin-Manuel Miranda.

Ishmael Reed, quien ha sido nominado dos veces al Premio Nacional de Literatura, ha decidido pelear con las mismas armas y ha reunido sus críticas al aclamado espectáculo en su propia obra teatral.

The Haunting of Lin-Manuel Miranda” de Reed es un desmantelamiento intransigente de “Hamilton” que le recuerda a los espectadores la complicidad del Padre Fundador con la esclavitud y su lucha contra los nativos americanos.

“Mi meta es que esto sea un contra-argumento al texto que se ha distribuido a miles de estudiantes alrededor del país”, dijo Reed, quien enseña en el California College of the Arts y la Universidad de California en Berkeley y cuya más reciente novela es “Conjugating Hindi”.

Reed, cuya obra tuvo una lectura reciente en Nueva York y recauda dinero para montar una producción de cuatro semanas en mayo, es parte de una ola de escépticos de “Hamilton” — a menudo voces solidarias de disentimiento en medio de un muro de atención aduladora — que han escrito artículos periodísticos, cartas abiertas y la colección de ensayos de 2018 “Historians on Hamilton”.

El brillante retrato de Miranda de un Hamilton que celebra las fronteras abiertas — “Inmigrantes, ¡nosotros hacemos el trabajo!” — y que denuncia la esclavitud ha enfurecido a profesores de Harvard a la Universidad de Houston y la de Rutgers.

Ellos argumentan que Miranda tenía una idea errónea de Hamilton — el Padre Fundador no era para nada progresista; su verdadero papel como dueño de esclavos ha sido blanqueado y la figura proinmigrantes en el escenario oculta que de hecho era un elitista anti-inmigración.

“Es una reescritura ficticia de Hamilton. Uno no puede elegir los hechos históricos que quiere”, dijo Nancy Isenberg, una profesora de historia estadounidense en la Universidad Estatal de Luisiana que ha escrito una biografía de Aaron Burr y el libro “White Trash: The 400-Year Untold History of Class in America”.

No es solo el retrato de Hamilton lo que ha causado controversia. Los críticos también dicen que el retrato de Miranda a Burr está terriblemente distorsionado y argumentan que la cuñada de Hamilton, Angelica Schuyler, no era de ninguna manera una feminista, como se presenta en el musical. Reed considera que “Hamilton” es tan problemático que ni siquiera una edición ayudaría. “Creo que lo correcto sería cerrar el show”, aseveró.

La propia obra de Reed toma elementos de Charles Dickens al retratar a un ingenuo Miranda que es visitado por una sucesión de fantasmas de esclavos, nativos americanos y trabajadores no remunerados — gente que Reed argumenta que no se incluyó en el musical laureado con premios Tony, Grammy y Pulitzer. “Lo que traté de hacer fue cubrir la voces que no fueron presentadas en el escenario”, dijo.

Reed, quien no ha visto “Hamilton” aunque sí la ha leído, criticó el musical como la pieza más reciente de entretenimiento que muestra empatía con los propietarios de esclavos. “Me parece una sucesora de ’Lo que el viento se llevó’”, dijo. “Pero al menos en ’Lo que el viento se llevó’ (la esclava negra) Hattie McDaniel podía hablar”.

En la obra de Reed, Hamilton es desenmascarado como un dueño de esclavos que alguna vez trabajó para una firma de tráfico de esclavos en St. Croix. “Has estado metido hasta tus ojos azules en el tráfico de esclavos desde niño”, le dicen. Un esclavo le dice a Miranda que la familia Schuyler, a la que pertenece la esposa de Hamilton, eran dueños de esclavos brutales y que la vida bajo su dominio “no era ninguna maldita comedia musical”.

El Miranda ficticio, aterrorizado, es convencido eventualmente por la evidencia. “Tengo que deshacer el daño que he hecho”, dice al final. “Por mí, miles de estudiantes están atrapados intelectualmente en las mismas mentiras que yo”.

Quizá el verdadero villano de la pieza es el historiador Ron Chernow, quien escribió la galardonada biografía de Hamilton en la que se basó Miranda. (“Debiste leer libros escritos por gente negra”, le dice un esclavo a Miranda en la obra de Reed). En la conclusión de la obra, Chernow le aconseja a Miranda que deje de hacer un berrinche y simplemente disfrute su “buen trabajo”.

Chernow ha rechazado hacer comentarios sobre las críticas de Reed, y un publicista de “Hamilton” y Miranda también declinó hacer declaraciones.

Sin embargo, Miranda ha dicho en entrevistas que sintió la responsabilidad de ser históricamente preciso, pero que “Hamilton” es una obra de ficción histórica que incluye dramatizaciones e imprecisiones.

Quizá en una respuesta velada a los críticos, los productores de “Hamilton” crearon una exposición con una experiencia multisensorial a inaugurarse en Chicago a finales de este año, que promete llevar “a los visitantes más profundo en la vida y el tiempo” de Hamilton. No está claro qué tanto tratará de corregir las imprecisiones del musical.

La profesora de derecho e historia de Harvard Annette Gordon-Reed, quien ha criticado el espectáculo, ha ofrecido sus servicios como consultora histórica para la muestra. Asistió a una lectura de la obra de Reed y considera la posibilidad de que todas las versiones coexistan.

“Hay espacio para mis comentarios previos, para la versión del señor Reed y el gran musical, y ahora un esfuerzo de buena fe para considerar el tema del musical en su verdadero contexto histórico, que es para lo que está diseñada la exposición”, dijo.

Para Reed e Isenberg, las omisiones y distorsiones en “Hamilton” son parte de un problema mayor sobre el modo en que los Padres Fundadores de la Patria son retratados en la historia para públicos masivos _ generalmente como genios impecables e ilustrados.

Isenberg señala que, a lo largo de generaciones, George Washington, Thomas Jefferson y John Adams han sido encumbrados periódicamente como héroes patriotas. Ahora es el turno de Hamilton.

“Siempre queremos cambiar la imagen de los fundadores para que sean un espejo de nosotros”, dijo. “Mi trabajo como historiadora es acabar con las ideas equivocadas, no entretener a mis estudiantes y no hacer sentir cómoda a la gente. Eso es lo que hace la buena historia”.

Isenberg incluso argumenta que Miranda fue más lejos que Chernow al tratar de convertir a Hamilton en un progresista para celebrar al presidente Barack Obama, retratando al Padre Fundador como una persona de moda y multicultural. Pero recordó que Hamilton compró dos esclavos por 250 dólares.

“Imagina si una de las canciones en el musical fuera ’250 dólares'”, señaló. “Esto haría que todo el público se retorciera y gritara, y acabaría completamente con el mensaje heroico y con el Hamilton progresista que ellos quieren y desean”.

Las críticas de la doctora Lyra D. Monteiro pasan de la página al escenario cuando señala que hay actores que pertenecen a minorías étnicas interpretando a presidentes blancos propietarios de esclavos, oscureciendo “los orígenes de supremacía blanca de nuestro país”.

“Es un musical sobre la mitología de la clase en el poder, que señala que todos se pueden sumar a ella”, dijo la profesora de Rutgers, mientras que destacó que Hillary Clinton y Dick Cheney son fans. “Es el mito que la clase en el poder de Estados Unidos quiere creer”.

Monteiro tiene los dedos cruzados para que Reed reciba el apoyo para montar su obra. “Me encantaría llevar a mis estudiantes a verla”, dijo.

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