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Quentin Tarantino examina los contrastes de Hollywood

La película "Once Upon a Time In Hollywood" se exhibe actualmente en las salas de cine en la isla

Los que hemos sido testigos en una sala oscura de la pasión que profesa Quentin Tarantino por el cine, un cineasta que nunca cursó formalmente cine y que su talento natural lo llevaron con cámara en mano a un estudio autodidáctico del medio, además de su óptica por contar historias retorcidas con una pizca de humanidad que desafían sin temor lo políticamente correcto, tendremos la maravillosa oportunidad de disfrutar lo que a mi juicio es una de las mejores películas del realizador y a su vez una de las mejores cintas del año. En la noche del 8 de agosto del 1969, un grupo de seguidores del infame Charles Manson torturaron y asesinaron despiadadamente a la joven actriz Sharon Tate, esposa del cineasta Roman Polanski y quien se encontraba en su octavo mes de gestación, y a 4 amigos que se encontraban en una residencia en los acantilados de Cielo Drive en Los Ángeles. Esta historia sirve como marco de referencia al director Quentin Tarantino para su 9na entrega en Once Upon A Time In Hollywood. El evento que ha sido uno de los crímenes más estudiados y teorizados en el mundo, y que convirtió a Manson en leyenda, puso un abrupto final a una década, destruyendo la sensación de seguridad y libertad que se vivía en Los Ángeles y con esto fue desapareciendo la era de los iconos del cine, tópico que queda explícitamente expuesto en el original y nostálgico homenaje que le hace Tarantino a una época y a la ciudad que lo sedujo de niño.

Fragmentada en las historias de tres personajes que se desarrollan al cabo de tres días, el filme presenta la historia de Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), un actor que está viviendo la frustración de ver su carrera en descenso, perdiendo el brillo y fama que lo acompañó por años y quien se ve obligado a considerar mudarse a Italia para intentar resucitar su carrera en “spaghetti westerns”, género que estaba de moda. Durante esta travesía es acompañado por Cliff Booth (Brad Pitt), su amigo, confidente, chofer y doble de acción fílmico, representando la otra cara de la moneda. Este stunt man , a punto de quedar desempleado , vive el otro extremo de la industria, con un estilo y personalidad hippie que no encaja necesariamente con el “status quo” del momento, nos sirve de guía para presentarnos, el otro Hollywood donde vamos a conocer un poco sobre el personaje de Manson y hasta un divertido enfrentamiento con un arrogante Bruce Lee.

El mejor dúo en la pantalla grande de los pasados 30 años, logran balancear ambas personalidades con una complicidad que no veíamos desde hace muchos años, posiblemente desde esa década, donde predominaba la representación del hombre rudo y comenzó la ruptura del modelo de masculinidad en el cine. Ambos actores, quienes ya habían trabajado con Tarantino en Django Unchained e Inglourious Basterds respectivamente, ofrecen elevadas actuaciones que los podrían llevar a enfrentarse por premios. DiCaprio entrega uno de sus trabajos más dinámicos de toda su carrera, transitando por una gama de emociones que retratan a un artista en decadencia. Desde el cansancio en su mirada, hasta la furia incontrolable que lo llevan a estallar en ocasiones desatando toda su frustración, que en ocasiones es controlada por su contrafigura en manos de Pitt; quien por otra parte interpreta a un temerario Cliff, demostrando su lealtad a su jefe a cada minuto, sin reclamos y que por momentos se convierte en su conciencia. Pitt aumenta su valía como actor con un personaje que quizás otro actor hubiese rechazado por parecer no ser la figura principal, pero un preciso guion que se adentra en la siquis del personaje, lo coloca como la pieza clave en las decisiones emocionales de los personajes principales. No podemos pasar por alto a Margot Robbie, en una excelente movida del director, insertando en la vida ficticia de Rick y Cliff como la vecina que junto a su esposo Polanski, alquilan la casa del lado. Robbie entrega una electrizante interpretación de la joven Tate, eliminando toda noción de victima en los que las circunstancias la convirtieron. Tate, además representa en esta cinta la otra cara de la moneda, una carrera en ascenso, pasando por el mejor momento de su corta vida contrastando con la caida de Rick. Robbie, quien había manifestado interés en participar de algún proyecto de Tarantino, logra impartir de humanidad a un personaje que pasó a ser una estadística más del crimen, con unas importantes escenas donde aun con limitado dialogo transmite la energía y los sueños de una actriz con hambre y nos adentra en un dia de su vida que fue tronchada, dejándonos huérfanos de una potencial historia de éxito. Sin duda, Tarantino logra sacar lo mejor del trio de actores, y de aquellos que aun en roles más pequeños, pero igualmente efectivos, redondean un elenco de ensueño, como Al Pacino, Kurt Russell, Luke Perry, Dakota Fanning, Bruce Dern y Emile Hirsch.

Como en todas sus películas, la música juega un rol sumamente importante porque reemplaza uno de los rasgos peculiares de Tarantino los extensos diálogos, que no faltan, pero no abusa de ellos, por un soundtrack que transporta a la época integrando hasta comerciales reales de la época. La cinta filmada en 35mm para darle mayor autenticidad y sumergirnos en tiempo, atmosfera y espacio, también se destaca por contar una impresionante dirección artística que inserta referencias y recreaciones de cintas clásicas y de culto; y que además reconstruye en todo su esplendor algunos lugares icónicos de la ciudad de Los Ángeles, sin dejar de adentrarse en indecorosos espacios que contrastan con el glamour que los medios celebran a diario; gracias a la impecable cinematografía de Robert Richardson, constante colaborador de Tarantino.

Sería fácil categorizar la cinta como simplemente una carta de amor al Hollywood que idealizaba un juvenil Tarantino, pero la cinta va mucho más allá, presentando una ciudad llena de contrastes a través de los ojos de sus protagonistas. Una ciudad transformada por diferentes eras, que fue sacudida por la masacre Manson, dejando cicatrices en sus habitantes y marcas imborrables en toda una nación. Por tanto, entrar en los méritos de este evento seria revelar información valiosa de la cinta, pero me limitar a decir que Tarantino revisita de manera peculiar este momento de la historia como parte del viaje de los personajes principales. Luego de adentrarnos en su entorno, que efectivamente va construyendo, nos sorprende en un tercer acto con una dosis de violencia Tarantinesca, que no solo sus fanáticos van a recibir de manera satisfactoria.

En su noveno filme, queda nuevamente manifestado su amor obsesivo el séptimo arte, por personajes subestimados, los géneros de culto como el western, el cine asiático clásico y la música ecléctica, que muchas veces habla directamente en escenas como un personaje más. Ciertamente Tarantino regresa a la conversación de premios para la temporada que se avecina, con su más íntima e introspectiva cinta que combina efectivamente el drama, la emoción y hasta momentos jocosos, con su típico sello de violencia que hacen de su filmografía, experiencias únicas.

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