El cotizado actor mexicano, Gael García Bernal se caracteriza por tomar riesgos en su carrera. Su filmografía así lo refleja, desde duros filmes como Amores Perros, El Crimen del Padre Amaro, La Mala Educación y No hasta proyectos más livianos como Mozart In The Jungle, Coco, Rudo y Cursi. Sobre la cinta Old que ya se exhibe en cines en Puerto Rico, su nuevo junte con el director M. Night Shyamalan (The Sixth Sense, Signs, Split), habló con Metro. El actor enfatizó la importancia de la interpretación de los directores y su interés por explorar el aspecto filosófico que examina esta cinta que presenta la historia de una familia que llega a una paradisiaca playa donde misteriosamente se acelera el proceso de envejecimiento de las personas.
Siempre me ha gustado tu filmografía porque no tienes miedo al reto, a los riesgos. Tienes tantos personajes y proyectos diferentes, con acercamientos crudos o duros sobre política, religión, temas controversiales, etcétera. Cuando vi tu nombre junto a un director como Shyamalan que también tiene algo de provocar, me tuvo sentido. ¿Qué te atrajo más; la historia o el hecho de trabajar con un director como él?
—Creo que principalmente digamos el gran embaucador que me lleva a hacer una película es siempre la interpretación de los directores. Siempre es su voz a través de la historia que quieren contar. Y bueno ahí es donde entra el cómo, suena como muy fácil, pero en realidad es algo bastante complejo que además uno tiene que ser muy consciente y constantemente hacerle caso a esa voz interior que te llama. Con quien hay que entablar ese diálogo creativo es con los directores antes que nada y creo que así es como se hacen las buenas películas. Y en el caso de Night (Shyamalan), que es un director atípico en el sentido de que la media de Estados Unidos, dentro de lo que Hollywood, de alguna manera plantea, él encontró una voz personal que ha defendido durante mucho tiempo, que ha depurado y ha desarrollado muchísimo. La verdad es que fue una experiencia muy linda, fue muy divertido poder hacerla y representó además para todos los que la hicimos una bocanada de aire fresco, lanzarnos a hacer una película quizás en uno de los momentos de más incertidumbre que nos ha tocado vivir.
Ya que hablas de esa química importante entre actor y director, recientemente dirigiste una película (Chicuarotes). ¿Sientes que ha cambiado tu acercamiento a los personajes desde que diriges o sientes que ha evolucionado tu carrera como actor desde que entraste de lleno en la dirección y ves ahora otras cosas detrás de la cámara?
—Sí, absolutamente, dirigir es como, de alguna manera conocer el tras bambalinas de todo lo que sucede, y sobre todo en el momento en que te enfrentas al montaje donde de alguna manera construyes y deconstruyes todo lo que se hizo. Tuve la oportunidad de dirigir mi primera ficción cuando estaba muy joven, a los 24-25 años, una película que no quedo nada bien, pero que me ayudó muchísimo aprender mucho de cómo hacer las películas. No sé, me enseñó bastante. Desde ahí sí cambio muchísimo mi punto de vista y mi percepción acerca de mi acercamiento en torno al cine y lo que quiero contar.
En esta película, es característico de Night Shyamalan presentar diferentes temáticas que provocan la discusión, que activan el pensamiento crítico, y aquí explora muchísimas temáticas que me voy a reservar para no arruinar la experiencia. ¿Cuál de estos temas te gustaría que la gente se llevara?
—Me encanta la indagación filosófica de la premisa de que pasaría, si el tiempo avanzara más rápido. Eso me parece fascinante a la vez que también tiene el componente del cual todos hemos de alguna manera compartido en estos últimos años, que es el hecho de no poder salir, de no poder escapar de alguna manera. Creo que esas dos cosas son las que de alguna manera incitan muchísimo a una introspección, a una especie de reflexión al respecto y eso me interesa. Yo creo que hay algo ahí que va a resonar bastante.
¿Eres de los que apaga el switch o tiene la capacidad de desconectarse del trabajo hasta el otro día o te quedas con el personaje? ¿Cómo haces para soltar o si tienes algún tipo de proceso, cuando son personajes tan intensos como los que has trabajado?
—Depende. Porque cada película es distinta y cada personaje es un mundo aparte. Hay personajes que son muy divertidos para llevarte y para que te acompañen, hay personajes que hay que soltar y dejar ir. Digamos, no sufro en torno a eso. Se que hay actores o actrices que son un poquito más atormentados en ese sentido. Pero a la verdad es que tengo una relación muy bonita con eso y la gran ventaja que tiene esto es que quizás como la sublimación poética de la vida que es que en este trabajo podemos tener muchas vidas en una sola vida y eso es increíble.