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¿Despenalización de la marihuana será un negocio o un derecho humano?

Hoy es 20 de abril, un día en el que en Estados Unidos suele celebrarse la cultura en torno a uno de los más grandes tabúes de la segunda mitad del siglo XX

El pasado miércoles 18 de abril, durante el debate entre los candidatos para la jefatura del gobierno de la CDMX, Purificación Carpinteyro, candidata de Nueva Alianza, lanzó uno de los señuelos más sugerentes peor manejados de las campañas electorales actuales. Afirmó que en caso de ganar la jefatura dejará de perseguir el consumo de marihuana en la capital del país. El asunto de la marihuana, dijo, lo trataría ya no como un problema de seguridad sino como un problema de salud… esto es, como una adicción.

Quizás su propuesta sería en efecto progresista e inteligente si no dejara de lado el asunto de que es un derecho humano el libre desarrollo de la personalidad y este argumento es central en las aguerridas defensas de la legalización de la marihuana, que trajo como resultado el amparo a cuatro personas usuarias de dicha planta.

Históricamente, desde su prohibición, la marihuana ha sido abordada desde tres perspectivas posibles: la de la seguridad, que ha traído consigo violencia, desapariciones y muertes; la de la salud, que condena al usuario como adicto o enfermo y la de los derechos humanos, la más edificante y dignificante para los usuarios frecuentes de la planta, ya sea para fines medicinales o recreativos. Pero en últimas fechas ha salido una cuarta y muy importante vía que aborda a la marihuana como negocio, desde la perspectiva del mercado.

El camino hacia la posible despenalización del consumo de marihuana en México está medianamente labrado, ya que tan solo en 2017 la SCJN aprobó el uso de la marihuana para fines medicinales y de investigación, asimismo, la planta dejó de estar incluida dentro del listado de plantas prohibidas. Pero en este país aún nos falta mucho camino por andar: Aún no llegamos a imaginar cómo serían todos sus posibles escenarios, y desde luego, ya no digamos su distribución.

Lo que sí es un hecho es que cada vez parece más cercana la posibilidad de que la marihuana vuelva a ser una planta despojada de prohibiciones y por lo tanto de sangre. Desde el 20 de abril del año pasado hasta esta fecha, las cosas han cambiado de manera progresiva: no sólo es que en México se despenalizó su uso para fines medicinales y de investigación sino que desde los primeros minutos de este año la marihuana es actualmente legal en todos sus usos posibles, recreativo y medicinal, en los tres estados de la Costa Oeste de Estados Unidos, básicamente, y esto vino a añadirse a la oleada de iniciativas de ley aprobadas en Canadá y Uruguay, por hablar sólo de nuestro continente.

Desde entonces, tan solo en el estado de California, el mercado de la marihuana legal ha crecido estrepitosamente y ya se está valuando en 5.1 mil millones de dólares para este año. Aunque esta cifra sea menos de la mitad de lo que vale el mercado de la marihuana ilegal, hasta ahora, las especulaciones de algunos entusiastas de este mercado, plantean un crecimiento potencial que probablemente dicte una agenda económica en los próximos cincuenta años.

Hoy es 20 de abril, un día en el que en Estados Unidos suele celebrarse la cultura en torno a uno de los más grandes tabúes de la segunda mitad del siglo XX. Hace un par de años un texto como este, quizás hubiera estado condenado y satanizado, quizás un día especial sobre cultura cannábica y las reflexiones en torno a este hubiera sido silenciado. Pero cada vez más el impulso es hacia la apertura y lejos de formar parte de una promesa vaga de campaña, la despenalización de la marihuana parece un asunto de obligada inclusión en las agendas sociales del mundo.

Por Claudia Jiménez
@laanacrusa

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