Si como adultas enloquecemos por una dosis de golosinas, imagina cuánto más provocativo es para los pequeños.
La ingesta de cualquier tipo de dulce durante la infancia es algo tan común como los juguetes y los dibujos animados, sin embargo como todo alimento, su consumo en exceso puede acarrear ciertas consecuencias.
Lamentablemente, los chiquillos poco saben sobre hábitos nutricionales, dietas y alimentos dañinos, por lo que la orientación de sus padres en este sentido, es determinante.
1- Son alimentos hipercalóricos: Cualquier tipo de golosina contiene una cantidad considerable de azúcar, la cual aporta una gran carga de calorías vacías, es decir, aquellas que dan una sesación de energía, mas no de nutrición .
2 – Favorecen la obesidad: Cuando el consumo es muy frecuente, el organismo tiende a acumular calorías que al no ser sintetizadas, pueden alterar el metabolismo de la glucosa aumentando los factores de riesgo de obesidad.
3- Riesgo en la boca: Para los más pequeños tratar de masticar gomas de mascar, palomitas de maíz, caramelos u otros dulces de texturas similares puede aumentar el riesgo de atragantamientos y asfixias, sin contar la tendencia a las caries, cuando no se tienen buenos hábitos de cepillado.
4- Las golosinas sanas no existen: Por más que intenten ofrecer productos ’sugar free’, lo cierto es que siguen siendo dañinos para los pequeños, ya que el azúcar es sustituido por otros aditivos químicos.
5 – Inapetencia: La ingesta de golosinas a cualquier hora del día puede traer como consecuencia un desorden en la rutina alimenticia de los niños, haciendo que estos prefieran comer a deshoras o saltarse alguna de las comidas principales del día.
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