Quien piense que la violencia es un comportamiento innato o permanente, se equivoca. Se aprende a ser violento como se aprende a tener paz.
Para prevenir la violencia y bregar con ella, primero hay que entenderla. Saber qué es violencia, qué la causa, en dónde está situada, cómo se trata y cómo prevenirla. Es como tratar una enfermedad contagiosa.
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De hecho, en el año 2000, se lanzó un proyecto piloto contra la violencia en un sector “violento” de Chicago. Se utilizaron los pasos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para atender brotes: frenar la transmisión, prevenir contagio y modificar las normas de grupo. Como resultado de la intervención, el primer año hubo una reducción de un 67 % en los homicidios. Expandieron el programa denominado Cure Violence a otros vecindarios y los homicidios caían al menos un 40 %.
En 2010 y 2011, se registró un pico en las estadísticas de homicidios de casi 50 asesinatos anuales en Loíza. La organización sin fines de lucro Taller Salud puso en marcha en 2012 una adaptación del programa que comenzó en Chicago y se ha replicado a más estados y otros países con éxito. La cifra de asesinatos en Loíza tras esa iniciativa, Acuerdo de Paz, se redujo a la mitad en el primer año y la merma continuó en años subsiguientes.
Hay maneras probadas de mejorar las condiciones sociales, prevenir la violencia y perpetuar la paz. Dar a conocer lo que funciona y unirse a iniciativas como esta para que perduren, mejoren la calidad de vida, y se adapten a la cultura de cada comunidad es el camino que debemos promover. Invertir recursos humanos y económicos en programas validados por la ciencia es una obligación de todo Gobierno.
Aquí unos datos importantes de la OMS:
• La Asamblea Mundial de la Salud declaró la violencia como un importante problema de salud pública en su reunión en Ginebra en 1996.
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• En el año 2000, la violencia causó más de 1,6 millones de muertes, equivalente a casi la mitad de los fallecimientos por VIH/SIDA y por tuberculosis ese año. En 2000, la violencia provocó más muertes que las colisiones en las vías de tránsito y que la malaria.
Una sociedad civil sana requiere pensamiento crítico, aprendizaje para manejar conflictos desde edad temprana, apoderamiento comunitario, fomentar y practicar igualdad de género, tener acceso a servicios de salud de calidad, educación a tono con la realidad de la población y organizarse para saber exigir y defender sus derechos.
Sin oportunidades de empleos con salarios atractivos, educación para el manejo de la vida, actividades extracurriculares que incluyan programas de deportes, música o arte accesible en las comunidades y maneras distintas de enseñanza pública o privada que ayuden a los jóvenes a culminar una carrera vocacional o universitaria, fomentamos una cultura de abuso y violencia.
Factores de riesgo para la violencia son el abuso de alcohol o drogas, acceso a armas de fuego y, muy importante y real en nuestro país, la desigualdad económica y social. Está evidenciado que si se disminuyen esos factores, se reducen todas las caras de la violencia. Cada individuo en su comunidad, la empresa privada y el Gobierno son responsables de tomar acciones de cambio hacia una cultura de paz.