Nadie está exento de sufrir depresión. A cualquier ser humano de cualquier edad le puede pasar en algún momento de su vida.
La depresión es un trastorno mental frecuente que afecta la capacidad de sentir, pensar y manejar las actividades diarias. Puede durar semanas, meses o años.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.
Es un asunto que merece atenderse con seriedad y premura, pues está evidenciado que la depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo y contribuye a una carga general de enfermedad. Desatendida puede llevar a la persona que la padece a intentar suicidarse o suicidarse.
Esto podemos cambiarlo, hablando sobre la depresión con normalidad, “sin vergüenza”, ni estigmas, conociendo bien sus signos o síntomas y aceptando ayuda profesional inmediata, pues hay tratamientos muy eficaces que nos permiten retomar el control de nuestra vida, tener salud y bienestar.
En el caso de los hombres a quienes dedico mi columna hoy, hay un gran reto. Es que algunos hombres con depresión tienden a ocultar sus emociones de tristeza, en cambio se muestran enojados, irritables o agresivos. Y ni ellos, ni uno, se da cuenta de que están deprimidos.
De hecho, algunos hombres cuando buscan atención médica es más por su estado físico que por su estado mental. Y el Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) advierte que un latido cardiaco acelerado, presión en el pecho, dolor de cabeza o problemas digestivos pueden ser signos de un problema de salud mental. Por lo que, además de la evaluación médica, es importante la evaluación y la atención de un profesional de la salud mental para obtener un diagnóstico y tratamiento correctos.
Algunos signos o síntomas de depresión en los hombres (varían de hombre a hombre):
• Sentimientos de ansiedad, inquietud o de “estar al borde del abismo”.
•Pérdida de interés en el trabajo, la familia, o pasatiempos.
•Problemas con la libido o deseo sexual y con el rendimiento sexual.
•Sentimientos de tristeza, desesperanza.
•Mucho cansancio.
•Falta de sueño o demasiado sueño.
•Comer demasiado, o no querer comer nada.
•Pensamientos suicidas o intentos de suicidio.
•Participación en actividades de alto riesgo.
•Necesidad de consumir alcohol o drogas.
La depresión, según indica NIMH, puede ser causada por una combinación de factores de riesgo, que incluye:
Genes – Los hombres que tienen antecedentes familiares de depresión pueden ser más propensos a desarrollar la enfermedad que aquellos cuyos familiares no tienen depresión.
Estrés ambiental – Desempleo, muerte de un ser querido, relación disfuncional de pareja, conflictos en la familia o en el trabajo, cambios importantes en la vida, problemas financieros o demasiada carga académica pueden desencadenar la depresión.
Las enfermedades – La depresión puede empeorar al padecer enfermedades como la diabetes, el cáncer, o enfermedades del corazón. Incluso, las enfermedades pueden agravarse cuando se tiene depresión. Y puede haber medicamentos para tratar alguna de estas enfermedades, cuyo efecto secundario te deprima. Ante esto hazle saber al médico cualquier cambio emocional que sientas luego de tomar tus medicamentos.
Habla con gente de confianza sobre lo que te pasa, busca ayuda médica o de un profesional de salud mental. Dile a tu proveedor de salud cuándo comenzaron los síntomas, cuánto duraron, si aún los tienes o si han ocurrido antes.
Hablar con otro hombre también puede ayudar.
Si tuviste depresión, la atendiste y estás en control, habla con otro hombre sobre ello, esto puede ayudar a que quien no se atreve a divulgar su estado emocional o no lo relaciona con depresión sienta confianza, vea que alguien como él se deprimió, buscó ayuda profesional, llevó a cabo estrategias de prevención o protección, y mejoró su situación. Esto lo ayudará a entender su situación, expresarse, descubrir que existen tratamientos eficaces y actuar a favor de su salud y bienestar cuanto antes.