Todos los días, y durante 40 minutos, esta profesora de educación física ayuda a despejar la cabeza y ejercitar los músculos a sus compañeros de edificio, obligados a estar gran parte del tiempo encerrados o a trabajar desde sus casas frente a la computadora.
Los movimientos de piernas, brazos y torso que enseña Mogilevsky no son difíciles y resultan terapéuticos. Varios de sus alumnos no hacían ejercicio antes de la cuarentena que obligó al confinamiento y cerró las puertas de los gimnasios. Ahora son fanáticos.
El edificio reúne las condiciones perfectas para que puedan moverse mientras observan a la profesora. Tiene un gran patio central abajo -donde Mogilevsky se sitúa- y cuatro pisos que lo rodean con balcones amplios y suficiente profundidad para avanzar y retroceder.
Según la mujer, las clases en comunidad lograron que los lazos se estrecharan entre los vecinos y varios encontraran un lugar para volcar su desasosiego.
Mogilevsky ya es conocida en las redes sociales. También imparte clases en Instagram y desde hace unas tres semanas ha logrado sumar a siete mil seguidores.
La idea es continuar con estas sesiones de ejercicio en su edificio una vez que la pandemia finalice.