¿Cómo se dividen en sílabas atlas, Atlántico y atleta?
¿a-tlas o at-las?
¿A-tlán-ti-co o At-lán-ti-co?
¿A-tle-ta o at-le-ta?
Pues, para aquellos de ustedes que escogieron una, u otra, la respuesta es ambas, por lo cual ninguna de las opciones está ni bien, ni mal. ¿Por qué? Pues porque todo dependerá de cuál sea su variante dialectal.
Aquí voy entonces a abordar el tema, (temerosa de sonar muy llanita, o confundirlo para siempre). Hay textos que aseguran que, en principio de sílaba, si la primera consonante es dental (t es dental), la segunda consonante solo puede ser /r/. Por ejemplo, tru.co, tra.bajo, tri.buna, tro.pel, tra.pecio, cos.tra, etc… Pero esta restricción no es del todo correcta. ¿Por qué? Veamos…
Nos dice Quilis que en Canarias e Hispanoamérica el grupo / t l / forma una secuencia tautosilábica (esto quiere decir que ambas consonantes están en la misma sílaba). Al estar la [t] y la [l] en la misma sílaba, los hablantes de estas regiones pronunciarán atlas de forma diferente. Para ellos, la división y la pronunciación, será, [a . tlás].
Sin embargo, Quilis añade que, en el español peninsular, la secuencia no es tautosilábica (es decir, que la [t] y la [l], pertenecen a sílabas distintas) y por lo tanto la división y la pronunciación serán: [at . lás]. Entonces, en lo que a atlas, atleta y a Atlántico se refiere, la división dependerá del dialecto del español que usted hable. Si usted es madrileño, por ejemplo, dividirá y pronunciará [at . lás]. Si, en cambio, usted es de Hispanoamérica, o de algunas áreas del oeste de España, usted dirá [a. tlás].
En resumen, que las palabras que contengan la combinación – tl -, como nuestros tres ejemplos, admiten dos formas de separación en sílabas, igualmente correctas, las cuales responden a sus dos formas de pronunciación posibles: en la misma sílaba (propia de la mayor parte de América), [a-tlás]; y en sílabas distintas (propia de España y Puerto Rico), [at-lás]. Si afina su oído, podrá constatar estas diferencias cuando escuche hablantes de estas regiones.
Lo maravilloso de este asunto es que comprueba que la norma emana del hablante que, con su uso, determina. Somos ya más de 500 millones de hispanohablantes, en pie por la igualdad lingüística, y nuestra rica diversidad no es contraria a la unidad de nuestro idioma.