Un buen plato de arroz con gandules y pasteles como preparación para un carrera. ¿Suena pesado?
No para decenas de niños que llegaron desde el barrio Caín de San Germán a la avenida Ponce de León, y quienes se devoraron el alimento típico navideño -época a la vuelta de la esquina- en la acera frente al edificio Plaza AEELA, asociación que celebró hoy su séptimo 5k consecutivo en Hato Rey.
“Es el almuerzo ideal de todo puertorriqueño. Tienen que comer bien para que no se queden a mitad”, dijo entre risas Efraín Justiniano Ortiz, parte del cuerpo vigilante del Departamento de Recursos naturales y quien lidera un grupo de atletismo juvenil en el oeste.
Aunque faltaban tres horas para la carrera inicial y aún montaban los andamios de la salida y llegada, docenas de personas se citaron temprano al evento amenizados por altoparlantes con música tropical.
Dentro del edificio, tres camas de masajes invitaba a los participantes a soltar sus músculos como parte del servicio gratuito de Antilles School.
Allí yacía Marilyn Mercado, principiante en los 5k y unas de las más de 900 personas que se esperaban en la carrera, en batalla contra las cosquillas mientras un joven masajista le acondicionaba las pantorrillas.
“Yo me estoy iniciando en esto. Ya he participado en varias carreras y con este masajito espero que me ayude a mejorar mi tiempo”, reaccionó la empleada de comunicaciones de la rama judicial adscrita a AEELA, mientras otra señora confesó por poco se quedaba dormida tras el ‘gustito’ a su cuerpo.
Ya sea con un almuerzo “con todos los hierros” o un sobito para evitar dolores luego del ejercicio, el objetivo de AEELA de salir a correr o caminar se cumpliría al finalizar la tarde.
“Este evento motiva al servidor público a representar a su agencia, corporación pública o municipio, como ejemplo de un estilo de vida saludable, a la vez que se promueve el deporte como mecanismo de unión”, destacó el Director Ejecutivo de AEELA, Pablo Crespo Claudio.
Los asociados que lograron el primer, segundo y tercer lugar en cada categoría de las ramas masculina y femenina recibieron premios en metálico, de $100, $75 y $50, respectivamente.
Pero más que un logro monetario, también estaba la satisfacción de un domingo productivo, con la esperanza de no devolver el arroz con gandulas y pasteles.
