Aunque el preso político Oscar López Rivera llegó ayer a la isla caribeña, no será hasta las 8:00 de la mañana del 17 de mayo que “será un hombre más libre de lo que es ahora”.
Así lo estableció ayer en conferencia de prensa su hija Clarisa López, quien pidió espacio a los medios para que no se ponga en riesgo la libertad de su padre.
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Su reclamo vino como una forma de explicar el exabrupto que se suscitó a su llegada cuando se les impidió a los medios retratar y tomar alguna declaración del preso político, cuya pena de 70 años de cárcel fue conmutada por el expresidente de EE. UU., Barack Obama, en enero pasado.
López llegó a la isla de forma imprevista y caminaba marcadamente agarrado por su hija y la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, mientras familiares y políticos como el congresista Luis Gutiérrez y la presidenta del Concejo de Nueva York, Melissa Mark Viverito, le habrían paso impidiendo que la prensa se le acercara.
De hecho, en una ocasión, se observó a Viverito tirar su abrigo sobre el lente de un fotógrafo para que no retratara a López Rivera, quien tras salir del aeropuerto se montó en un vehículo todo terreno con los cristales intensamente oscuros.
López dijo en la conferencia de prensa que hasta el 17 de mayo su padre sigue bajo la custodia federal y que hablar con la prensa antes de esa fecha puede poner en riesgo su libertad.
Sobre el estado en que se encuentra su padre, dijo que “mi papá es todo risa. Yo te puedo decir que hoy (ayer), cuando lo fuimos a recoger en la madrugada a la prisión, ya nos estaban esperando. Tan pronto abrió la puerta había como diez guardias penales. Mi papá salió con su banderita de Puerto Rico. Yo me tiré de la guagua, lo abrazo y empiezo a llorar y digo: ‘No, papi, móntate, que esta gente no me va a ver llorar nunca más. Vámonos”.
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Agregó que “en este proceso de poder sentirlo, de poder tocarlo, de tenerlo a mi lado y hacer todo lo que esté a mi alcance para que mi papá tenga una reintegración no tan solo a la sociedad, sino también con mi familia”.
López llegó al aeropuerto en el vuelo 784 de la compañía American Airlines proveniente de la ciudad estadounidense de Charlotte.
El independentista cumplirá hasta la fecha del indulto, el próximo 17 de mayo, arresto domiciliario en casa de su hija.
López no llegó escoltado por agentes de seguridad, ya que su custodia le fue entregada al congresista Gutiérrez, según lo indicó a los medios.
Debido a su nueva condición en la isla, López no podrá participar en actos públicos.
Su abogada, Jan Susler, resaltó que las autoridades estadounidenses han exigido que hasta esa fecha mantenga “un perfil bajo”, lo que significa que, por ejemplo, no podrá tener contacto alguno con la prensa ni conceder entrevistas.
Además, hasta el 17 de mayo tampoco podrá hablar con personas que cuenten con antecedentes criminales, lo que le impedirá relacionarse hasta entonces con compañeros de lucha por la independencia de la isla.
El puertorriqueño fue condenado en 1981 a 55 años de confinamiento por conspiración sediciosa para derrocar al Gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico y en 1991 a otros 15 años de prisión por un alegado intento de fuga.
De esa condena —que lo convirtió en el preso político más antiguo del hemisferio, tras su lucha por la independencia de Puerto Rico—, 12 años los cumplió en confinamiento solitario.
El indulto de López Rivera se dio luego de una intensa campaña para pedir por la liberación del boricua, la que se intensificó el año pasado y en 2017.
Tras meses de actividades y protestas, la solicitud fue escuchada por la Casa Blanca.
López Rivera, un veterano de la guerra de Vietnam condecorado con la medalla de bronce al valor, estaba preso por actuaciones que no están vinculadas a actos de violencia y ya había cumplido más tiempo en la cárcel que el fallecido líder sudafricano Nelson Mandela, quien pasó 27 años tras las rejas por su lucha contra el apartheid.