Tras 35 años en la cárcel, el independentista puertorriqueño Óscar López Rivera se encuentra ya en su tierra bajo arresto domiciliario y supervisión federal, donde le espera hasta mayo más libertad de movimientos y el cariño de los suyos, aunque no podrá hacer manifestaciones públicas ni relacionarse con personas con antecedentes penales.
Y es que esa libertad que actualmente disfruta López Rivera en la residencia de su hija, Clarisa López Ramos, no obstante, representará “un cambio grande” en la vida social, física, emocional y cultural del septuagenario, según dijo hoy a Efe la psicóloga y socióloga puertorriqueña Mercedes Rodríguez.
“Su situación es un trasplante, un cambio radical”, aseguró Rodríguez sobre López Rivera, considerado como un símbolo del movimiento independentista en la isla por cuya ideología separatista de EEUU cumplió 35 años y medio en cárceles de Estados Unidos por conspiración sediciosa.
De 74 años, López Rivera arribó en la tarde del jueves a su isla natal, donde fue recibido por su hija, su hermano, José López; la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, la presidenta del Concejo Municipal de Nueva York, Melissa Mark Viverito, y el congresista estadounidense de origen boricua Luis Gutiérrez.
A su llegada al aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín, decenas de periodistas esperaban con ansias retratar a López Rivera -lo cual algunos pudieron- pero su séquito se lo impidió a medias por seguridad.
Y es que según varias estipulaciones impuestas por el Gobierno Federal y por el hecho de que López Rivera llegara a Puerto Rico meses antes del 17 de mayo próximo, que es la fecha a partir de la cual entra en efecto el indulto otorgado por Barack Obama, se supone que el independentista no hable con ningún medio de comunicación.
Tras salir del aeródromo, López Rivera fue trasladado a un vehículo todoterreno rodeado de láminas oscuras en sus cristales por su seguridad y llevado posteriormente a la residencia de su hija en el sector sanjuanero de Santurce.
Allí tendrá que permanecer López Rivera bajo vigilancia federal hasta que el 17 de mayo, específicamente a las 08.00 hora local (12.00 GMT) sea liberado oficialmente y se enfrente a la realidad de la sociedad que desconoce por más de tres décadas y media.
“Será un proceso de adaptación complejo… Para cualquier ser humano que vivió décadas bajo un régimen es una gran prueba, pero positivamente motivado a la circunstancias”, sostuvo la sicóloga Rodríguez sobre el choque personal al que se enfrentará el exmiembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional.
Rodríguez, no obstante, reconoció que López Rivera ostenta varias ventajas, como la importancia del deseo de un cambio y el anhelo de libertad, “es la parte positiva de mudarse de un sitio donde nunca quiso estar a donde está ahora”.
“Otra cosa a su favor: cuando se enfrente a los cambios, reconocerá más su personalidad. Oscar tiene una gran disciplina y principios, que son fortalezas que trae a Puerto Rico”, añadió Rodríguez.
Entre las características disciplinarias con las que cuenta López Rivera es que éste es una persona “creativa, que escribe y pinta”, cuyas bases “ha transformado desde su pequeño mundo de la prisión al espacio de la libertad”, resaltó Rodríguez.
Igualmente López Rivera tendrá varios elementos de salud que tiene que cuidar, así como una dieta diaria.
En cuanto se levante el arresto domiciliario se verá obligado a tener cuidado cuando salga a la calle.
“Hay gente que lo quiere apabullar de afecto, mientras otros lo quieren apabullar con rechazo”, agregó.
“Oscar tiene que cuidar mucho su nivel de seguridad”, señaló Rodríguez, condenado en 1981 a 55 años de cárcel, por conspiración sediciosa para derrocar al Gobierno de EE.UU. en la isla y en 1991 fue condenado a otros 15 años de prisión por un intento de fuga.