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Donald Trump, a un mes de la presidencia

Al medio día del 20 de enero de 2017, Donald J. Trump juramentaba como el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos. Desde horas de la mañana de esa misma fecha, las avenidas de Washington D. C. no sólo se veían abarrotadas de miles de asistentes a la ceremonia de la inauguración presidencial,  sino también de los que se lanzaron a las calles a protestar en contra del primer presidente que alcanza la victoria con una desventaja de casi tres millones de votos.

Al día siguiente de la juramentación, se registró en D. C. una de las protestas más grandes en la historia del país, la marcha de las mujeres, con aproximadamente 500 mil personas en las calles. La manifestación se replicó en las principales ciudades de Estados Unidos y varios países alrededor del mundo. Desde entonces las protestas en contra de Trump no se han detenido. Hoy, el presidente cumple su primer mes al mando del país más poderoso del mundo.

“Caótico”. Así resumió este periodo Mayra Vélez, catedrática de Ciencia Política en la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras. “He estado hablando con varias personas y concordamos en que no recordamos el inicio de una presidencia tan caótica como ha sido la de Donald Trump, con el nivel de falta de apoyo popular, con la serie de controversias”, añadió la profesora.

Con ella coincidió Phillip Escoriaza, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. De acuerdo al también abogado, Trump ha comenzado este cuatrienio “con dificultades para armar su equipo de trabajo y articular un mensaje coherente, consistente y efectivo”.

Las controversias

A sólo cinco días de su inauguración, el presidente firmó una orden ejecutiva que ordenando la construcción de un muro en la frontera que divide México y Estados Unidos. Esta era una de sus más importantes promesas de campaña y aunque se veía venir, pocos previnieron la prontitud con que llegaría.

Dicha orden ejecutiva, sin embargo, sólo dio paso a comenzar el proceso de planificación oficial de la construcción.

“Para eso Trump necesita dinero y todavía eso no se ha puesto a prueba. No hay mucho ambiente en el Congreso para estar gastando así, de modo que tendrá que buscar de dónde saldrá ese dinero antes de convencer al Congreso”, explicó Escoriaza.

El efecto de la firma, no obstante, fue contundente. Desde entonces la relación diplomática entre México y Estados Unidos tambalea. Esa misma semana, las diferencias respecto a cuál de los dos países pagará la construcción del muro y el anuncio del inicio de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte hicieron tambalear del mismo modo la relación económica de los dos países.

“La implementación de una serie de medidas que eran parte de sus promesas de campaña, como la medida para prohibir la entrada de personas que constituyen una mayoría musulmana, se convirtió en un caos en la práctica”, sentenció Vélez.

A finales de enero, Trump firmó la orden ejecutiva más controversial desde que inició su presidencia. Con ella intentó prohibir durante al menos 90 días la entrada de la mayor parte de los ciudadanos de Siria, Irán, Iraq, Sudán, Libia, Somalia y Yemen, países que constituyen una mayoría musulmana.

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Ante la situación, organizaciones defensoras de derechos civiles, como la Unión Estadounidenses por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), presentaron demandas. La orden fue suspendida por el juez federal James Robart, en un tribunal federal del estado de Washington.

El Departamento de Justicia apeló la decisión, pero el Noveno Tribunal de Apelaciones no levantó la suspensión al considerar que el gobierno no logró explicar la funcionalidad de la orden en términos de seguridad nacional. El gobierno podría apelar la decisión en la Corte Suprema, pero no lo ha hecho. La firma de esta orden generó múltiples protestas en los principales aeropuertos del país y varios aeropuertos a nivel internacional.

Pero las controversias alrededor de la presidencia de Trump –a sólo un mes– no solamente surgen a partir de sus acciones públicas como presidente, sino desde los bastidores internos de su equipo de trabajo.

La pasada semana presentó su renuncia Michael Flynn, asesor de seguridad nacional de Trump, luego de salir a la luz pública que el Departamento de Justicia había advertido al gobierno de Trump desde el mes pasado, que Flynn engañó a funcionarios de gobierno –incluyendo al vicepresidente Mike Pence– sobre sus comunicaciones con el embajador ruso en Estados Unidos.

Justicia concluyó que Flynn era potencialmente vulnerable al chantaje de los rusos. Trump retiró la confianza al funcionario y pidió su renuncia, no sin antes lanzar la culpa a la prensa y filtraciones ilegales.

Posteriormente varias fuentes anónimas citadas por The New York Times y CNN, aseguraron que las agencias de inteligencia descubrieron  que varios miembros y asociados a la campaña de Trump, previo a las elecciones, habían mantenido comunicación con funcionarios de inteligencia rusa.

Alegadamente, el descubrimiento se hizo como parte de una investigación acerca de la intervención de Rusia en las elecciones presidenciales. El escándalo suscitó una ola de acusaciones de parte de Trump a los medios de comunicación.

El presidente afirmó que “nadie que yo tenga conocimiento” tuvo comunicación con Rusia durante la campaña presidencial. “Las filtraciones son reales, son absolutamente reales. La noticia es falsa porque muchas de las noticias son falsas”, dijo en referencia a los reportajes.

Sobre las fuentes anónimas que citan los medios –que se refieren a funcionarios y exfuncionarios de inteligencia, entre otros–. dijo que se investigan como “filtraciones criminales”. Señaló, además, que él no había hecho una llamada a Rusia en años y negó cualquier vínculo con el país.

Trump criticó fuertemente a los medios, en especial a la cadena CNN, y afirmó que el nivel de “deshonestidad” de la prensa estaba “fuera de control”.

 

“Esta guerra que tiene contra los medios de comunicación no le va a generar ningún tipo de efectividad como líder de la nación más poderosa del mundo. Sirve como un aspecto teatral para llegar a su base, que le permitió llegar a la presidencia, pero no le va a permitir ser un presidente efectivo”, afirmó Escoriaza.

De acuerdo al profesor, los presidentes que han tenido éxito en el pasado, “han logrado articular su mensaje y enfrentado el poder de investigación y opinión que generan los medios de comunicación, pero de una manera no antagónica, sino como una pieza clave de cómo funciona la democracia estadounidense”.

Según Escoriaza, Trump no parece ser capaz de enviar un mensaje consistente, estratégico y efectivo a toda la nación estadounidense, en parte porque a pesar de su gran proyección pública y sus años de experiencia, “ha mostrado una incapacidad total de articular claramente una política coherente al pueblo norteamericano”.

“Presidente ideal”

Ciertamente, no existe una guía que establezca cómo debe ser un presidente. Por un lado, existe el imaginario de un tipo de político del cual el pueblo estadounidense parece estar cansado.

“Trump gana precisamente por no tener esa personalidad del típico político, representaba algo nuevo”, dijo Vélez.

Por otro lado, de acuerdo a la experta en relaciones internacionales y política exterior, en el contexto de Estados Unidos y desde el punto de vista constitucional e histórico de lo que representan los valores del país, hay ciertos aspectos básicos con los que debe cumplir un presidente.

“Todo presidente de Estados Unidos debe respetar las instituciones que han sido las pilares para la creación de lo que es Estados Unidos, ese país que mucha gente admira, que mucha gente ha copiado, que tiene una Constitución corta pero que ha sido la más consistente a través de la historia y Trump debe entender que cuando hace una ley, no es lo que él diga, sino que tiene que ser ajustada a lo que es el marco constitucional del país”, puntualizó la académica.

Ante la suspensión de la orden ejecutiva migratoria en los tribunales, Trump anunció que durante esta semana anunciará nuevas órdenes que tendrán como fin “proteger” a Estados Unidos.

Respecto a ese asunto, Vélez indicó que Trump “tiene que respetar lo que decidan las cortes, porque son ellas las que están llamadas a proteger la constitución y proteger la república”.

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