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Venezuela arde por conflicto político y social

por Elizabeth Ostos
Metro World News

 

CARACAS, VENEZUELA – La jornada de protestas en Venezuela en el día que se conmemoraban los 207 años del grito de independencia culminó con un saldo negativo en cuanto a pérdidas de vidas. Se confirmaron las muertes de Paola Ramírez, de 23 años, en el fronterizo estado Táchira y de Carlos José Moreno, de 19, en Caracas. Ambos fueron baleados en la cabeza.

El joven participaba en la manifestación convocada por la opositora Mesa de la Unidad Democrática, pero Ramírez no. Ella se encontraba cerca de la concentración de los antagonistas al Gobierno en San Cristóbal, capital del Táchira, según reportes de prensa.

 

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Las manifestaciones en distintas partes del país fueron en rechazo al desconocimiento a la Asamblea Nacional, a la violencia criminal, en demanda de apertura de un canal humanitario que permita el ingreso de alimentos y medicinas a Venezuela y en exigencia de elecciones.

Familiares y amigos de las víctimas fatales responsabilizaron a grupos armados pro oficialismo por sus muertes, las cuales están siendo investigadas por Fiscales del Ministerio Público. Se estiman en más de 80 los heridos por ataques con armas de fuego, piedras, palos, bombas lacrimógenas y por perdigones (balas de goma). Voceros de la oposición denunciaron la detención de 73 manifestantes en todo el país.

FOTO SUMINISTRADA POR MANIFESTANTES

Caracas partida en dos

En la capital la movilización salió desde 26 puntos. Los antagonistas a Maduro intentaron unir el oeste con el este, para llegar hasta la Defensoría del Pueblo, ubicada en pleno centro, muy cerca del despacho del Presidente de la República. Se pretendía entregar un documento ante el Defensor, Tarek William Saab, con las peticiones que motivaron la marcha.

Por su parte, el oficialismo organizó una contra marcha en defensa de la constitución y del Gobierno de Nicolás Maduro, que congregó a militantes oficialistas quienes se trasladaron desde varios Estados del país a apoyar al presidente venezolano. En los alrededores del Palacio de Miraflores (Gobierno), miles de seguidores de Maduro bloquearon accesos de calles y avenidas. “La derecha no pasará a la casa del pueblo, si se atreven a venir, nos encontrarán de pie en densa de su Presidente y su proceso”, dijo Ramón Rivas, representante de un grupo comunitario caraqueño.

Efectivos militares y policiales resguardaron instalaciones públicas como ministerios, tribunales, Fiscalía, Defensoría del Pueblo y el Tribunal Supremo de Justicia. La ciudad amaneció militarizada, con tanquetas de la Guardia Nacional, así como unidades de la Policía Nacional bordeando la ciudad.

Caracas estuvo partida en dos. Desde el este y parte del oeste, caminaron los opositores. Desde el centro y oeste los maduristas. Las caminatas no llegaron a unirse debido al cordón militar que bloqueó los principales accesos al palacio de Gobierno.

“Eso es un mito que los ricos viven en el este y que somos golpistas y oligarcas. Somos trabajadores que reclamamos comida, medicinas y que se vaya este comunismo chimbo (malo) de Maduro y sus 40 malandros”, dijo a Metro Nubia Casanova, maestra de 28 años. “Queremos llegar a la Defensoría hoy y a Miraflores en unos días”, agregó.

 

 

A la altura de la avenida Libertador y los dos pisos de la autopista Francisco Fajardo, una de las más largas de Caracas, caminaban cientos de miles de manifestantes anti gobierno.

Al fijo de las dos de la tarde, arrancaron tanquetas antimotines de la Guardia Nacional (GN) a bloquear la caminata. Funcionarios militares habilitaron muros de metal y detuvieron el paso estos sitios de la ciudad.

“!Por aquí no pasa nadie! Todos pa’ atrás!”, gritó un oficial de la GN.

Y en efecto, las tanquetas dispararon bombas lacrimógenas en contra de la movilización opositora. Una lluvia de bombas estremeció a la marcha y comenzó la retirada de los manifestantes. Mujeres, hombres, adultos mayores y hasta una que otra mascota recibieron su dosis de gas. Varios helicópteros de la GN filmaron el movimiento de las tropas.

Las tanquetas marcharon en zigzag.  La gente gritaba y corría. Algunas mujeres lloraban. Otros optaron por huir de las bombas y de los militares caminando al río Guaire, uno de los símbolos de Caracas. Es un receptor de agua sucia que une al este con el oeste de la ciudad.

Los más jóvenes tiraron piedras, palos, devolvían —a patadas— las bombas lacrimógenas. Quemaron basura y cauchos (neumáticos), pero más pudo la fuerza de las tanquetas y la voluntad de reprimir.

A pocos kilómetros, un vigoroso Nicolás Maduro llegó a una tarima habilitada en el centro de Caracas. Ante sus seguidores, fustigó a la oposición a la cual calificó de golpista y apátrida. Dijo que su gobierno era el de la paz y que la guerra la generaba la derecha. Aseguró que está dispuesto a llamar a elecciones y que aplastará al enemigo, pero que eso no depende de él, pues es el Consejo Nacional Electoral el que debe convocarlas. “Un poder público autónomo”, dijo el mandatario.

La oposición convocó a los venezolanos a tomar las calles nuevamente durante el día de hoy.

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