Los encontronazos entre la Policía y los manifestantes registrados ayer en la multitudinaria manifestación como parte del paro nacional, marcan un nuevo capítulo en la historia de las protestas en Puerto Rico, por un lado.
También es preciso destacar, sobretodo, que pocas veces las manifestaciones en la Isla logran unir a la mayoría de los sectores del país para hacer un reclamo al unísono.
“Es una pena que no se coloque énfasis en ese aspecto y que se obvie la cantidad de mensajes solidarios de artistas y de la diáspora que se recibieron. Puedo afirmar que hubo mucho entusiasmo en llevar el mensaje de indignación del pueblo”, afirmó la socióloga-criminóloga, Lina Torres, quien estuvo presente en la manifestación.
La profesora explicó que desde el punto de vista sociológico, los incidentes violentos que se registraron ayer connotan “un comportamiento colectivo destructivo desconcertado y tiende a expresar un resentimiento y rebelión generalizados antes que propósitos definidos”, aunque generalmente, el blanco de la agresión, suele ser alguna persona, grupo u objeto a quien se resiente o se identifica como fuente de frustración y opresión.
Sin embargo, hay que señalar que en la Isla hay factores y condiciones precipitantes que no deben pasarse por alto, de acuerdo a Torres.
“Muchas personas consideran que en Puerto Rico se ha recrudecido un ambiente de injusticia social hacia los sectores más necesitados desde el punto de vista económico. Al mismo tiempo aquellos con poder político y económico parecen estar protegidos por el Estado”, expresó.
Por otro lado, añadió Torres, la impunidad deja en las personas y en la comunidad efectos que engendran impotencia, desesperanza y coraje.
“Es inaceptable para la gente que menos tiene que se le diga que ahora tendrá menos. Tampoco que se trastoquen, limiten o eliminen derechos adquiridos a través de grandes sacrificios y luchas históricas”, apuntó la socióloga.
En ese sentido, de acuerdo a la analista, no debe haber espacio para la violencia estructural e institucionalizada que amenaza el derecho a la salud, el derecho al trabajo, a la educación y a una vida digna.
“Estas son otras formas de violencia. Aún levantando su voz de manera pacífica la gente no se siente tomada en cuenta ni escuchada”, expresó.
Ciertamente, estos factores podrían explicar los incidentes o acciones violentas que un pequeño grupo de manifestantes protagonizó ayer en la Milla de Oro en Hato Rey, en respuesta a lo que han denunciado como una falta de atención por parte del Gobierno de Puerto Rico a las necesidades de los distintos sectores y las consecuencias o efectos de los recortes fiscales que propone la Junta de Control Fiscal (JCF).
También hay que tomar en cuenta que es difícil establecer si estas acciones fueron previamente planificadas o si fueron impulsadas por “el contagio emocional”, que suele ser común en este tipo de comportamiento colectivo, indicó la socióloga.
“Reitero, muchos de estos disturbios hay que analizarlo tomando en cuenta los factores precipitantes y desencadenantes. Incluso, hay quienes insisten en entes infiltrados cuyos propósitos distan mucho del bien común”, añadió.
De acuerdo a Torres, a lo anterior se suman discursos “altamente inflamatorios” de ciertos políticos a través de las redes sociales y de otros medios que suelen ser incendiarios de la violencia. La socióloga levantó una bandera de alerta ante los manejos por parte de la Policía de los acontecimientos antes, durante y post-manifestación.
“Todo esto levanta mucha suspicacia”, apuntó.
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