José Dávila Maldonado es un agricultor de una finca en Manatí, quien asegura que, tras trabajar por varios meses en un campo de Nueva Jersey, prefiere mejor hacerlo acá, pues allá se sentía prisionero.
“Era un contrato con el patrono y no podíamos incumplirlo porque entonces teníamos que pagar lo que él invirtió en nosotros (pasajes y alojamiento), y tienes que meterle de seis de la mañana a seis de la tarde. Los domingos eran cinco horas más y después del mediodía para lavar ropa y hacer compras”, destaca Dávila Maldonado.
Reconoció que, aunque la paga era muy buena y pudo regresar con unos pocos miles en el bolsillo, el dinero allá no le rendía.
“Hay más trabajo, hay más horarios, y la fincas son más grandes. Pero a veces es mejor quedarse acá en Puerto Rico. Allá todo es caro. Por todo hay que pagar”, sentenció el agricultor.
A sus 62 años, Dávila Maldonado trabaja ahora en Atenas Pineapple, una finca de 70 empleados que inició operaciones en 2008.
La empresa que opera en Manatí es el mayor productor de piñas y sus administradores aseguran que no dan abasto para suplir la demanda.
Destacan que su principal competidor es la piña que viene de Costa Rica, que puede ser fácilmente identificada por no tener corona, una exigencia del Departamento de Agricultura federal para entrar a la isla.
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