Una niña boricua de un mes y tres días de nacida fue rescatada ayer en St. Thomas junto a su madre y otras 26 personas, luego de que más de 25 botes que partieron desde Puerto Rico dejaran cajas de suministro en la isla afectada por el huracán Irma.
La Marina del Puerto del Rey en Fajardo ha dejado de ser en los pasados días un lugar donde simplemente se estacionan algunos de los botes más caros de la isla, o donde los locales y turistas llegan en busca de un día en catamarán, para convertirse en uno de los principales centros de acopio de artículos de primera necesidad y ropa para los damnificados del huracán Irma en las Islas Vírgenes de Estados Unidos, y sobre todo, servir como centro de transportación para las cientos de personas que buscan salir de las islas tras la catástrofe.
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Ayer, desde tempranas horas de la mañana, empleados, voluntarios y dueños de botes pisaron la Marina para llenar las lanchas con las donaciones.
A las 9:02 a. m. Metro partió en la embarcación Enano junto al grupo de botes rumbo a St. Thomas, para ser testigos de la labor que realizan los boricuas. En el horizonte se podían divisar hasta siete botes, todos repletos de suministros para los afectados por Irma. En total, 30 botes zarparon llenos de suministros: sobre 300 cajas surtidas de comida, artículos de higiene personal, más de 500 cajas de agua y aproximadamente 10 paletas de alimentos, además de las cajas.
Fotos: Dennis A. Jones/ Metro P.R.
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“Me satisface mucho, le nace a uno, como a cualquier ser humano, ayudar a las personas, pero en este caso es que las islitas son prácticamente nuestra segunda casa. Las disfrutamos mucho. Hemos visto a nuestros hijos crecer allá y realmente nos toca, nos da durito”, afirmó Nelson Morales, voluntario a bordo del Enano.
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Los botes regresarían con residentes y visitantes de St. Thomas que esperan desde hace una semana por un rescate. Irma, categoría 5, azotó las islas el pasado miércoles.
Al llegar a St. Thomas, el ambiente es de desolación y desastre. En Crown Bay, una zona que suele estar repleta de residentes y turistas, estaba prácticamente vacía. En los muelles y varios puntos de la orilla del mar, los botes virados y encallados son una prueba de la potencia de los vientos de Irma que azotaron la isla, así como las múltiples casas y estructuras simplemente destrozadas.
Allí, Aniria Vargas Luciano, esperaba junto a su hija Carla, de un mes y tres días de nacida, por un bote que la trasladara hasta Puerto Rico.
“El miércoles fue horrendo, lo puedo comparar a cuando yo estaba chiquita, que pasó Hugo (huracán) en Puerto Rico. Fue bien fuerte. Gracias a papito Dios, yo estaba en una casa segura, pero en las casas de alrededor mío, volaron los zinc. Todo está hecho un desastre. No hay postes; no hay electricidad”, relató Vargas, de 35 años, al tiempo que expresó que no pudo contactar a su familia en Puerto Rico hasta casi tres días después del huracán.
“Los celulares no funcionan y cuando funcionan, es por dos minutos y se va la señal. No tenemos luz y, por consiguiente, no tenemos agua. La mayoría de las casas aquí corren con cisterna. Para funcionar la cisterna se necesita electricidad”, explicó.
Vargas reside en St. Thomas hace dos años y tres meses. Es puertorriqueña y se mudó allí por trabajo, aunque ayer regresó a San Juan, de donde es su familia, para permanecer aquí por un tiempo indefinido, tan incierto como la situación en St. Thomas.
“La isla está en necesidad precaria”, dijo Luis Alvarado García, voluntario de la Oficina de la Cruz Roja Americana, capítulo de Puerto Rico. “Aquí hay personas que lo que tienen es una muda de ropa encima”, añadió Alvarado García, en referencia a que hay familias que simplemente lo han perdido todo.
El voluntario, que llegó a St. Thomas el domingo al medio día, aseguró que en la isla “hay un desastre total” y “mucho trabajo por hacer” y que, aunque la ayuda que ha llegado ha sido mucha, “hace falta más”.
En total, 60 voluntarios tanto de Puerto Rico como del resto de Estados Unidos se encuentran en St. Thomas ofreciendo asistencia a los damnificados. Alvarado García explicó que al momento hay dos refugios en la isla, uno con 87 personas y el otro con 60.
Toque de queda
En un intento por mantener el orden ante el desespero, las autoridades de las Islas Vírgenes de EE. UU. pusieron en vigor un toque de queda desde las 6:00 de la tarde hasta las 12:00 de la tarde del día siguiente.
Las ayudas que recibe la isla son coordinadas con el Gobierno a través de la Oficina de Servicios Humanos. Los suministros los recibe el Gobierno, y las autoridades los distribuyen.
En los muelles de Crown Bay, los botes que llegaron desde Puerto Rico descargaban ayer, alrededor de las 11:00 de la mañana, todo el suministro que llevaron desde la Marina en Fajardo. Los tripulantes hacían cadenas humanas para pasar las cajas, mano a mano, hasta trepar todo en distintas guaguas y camiones que transportarían la ayuda hasta los centros de distribución.
Una vez se bajaba de los botes todo el suministro, subían los rescatados de la isla. Ya en el bote, Carmen Alvarado estalló en llanto minutos antes de salir de St. Thomas.
Lo más que le dolía, expresó, era “dejar a mi familia, a mi niña aquí, sabiendo yo por lo que están pasando”. Alvarado, de 43 años, llegó ayer a Puerto Rico para continuar su viaje hacia su natal República Dominicana.
En St. Thomas se quedó su hija de 23 años, por asuntos de trabajo, y su hijo de 16 años, que permanecería junto a su padre.
“No creo que vuelva hasta que esto no se mejore. La isla tiene demasiado desastre”, apuntó la mujer, residente de St. Thomas hace 25 años. Alvarado no perdió su casa, pero aseguró que en su vecindario “casi todas se fueron”.
En el muelle también esperaban Patty y Robb Endthoff, , de 53 y 54 años, respectivamente, un matrimonio que se mudó a St. Thomas desde Chicago. Fue la primera vez que experimentaron la fuerza de un huracán.
“Estábamos bien. Estábamos encerrados en el cuarto. Todo estaba bien hasta que el agua empezó a entrar por debajo de la puerta. Decidí salir y vi que la primera puerta se destruyó y las ventanas se volaron”, relató Robb, un paciente de cáncer terminal. La pareja no había podido llegar a Puerto Rico al cierre de esta edición, luego de enfrentar dificultades con sus identificaciones.
Al cierre de esta edición, 28 personas habían sido trasladas desde St. Thomas hasta la Marina Puerto del Rey en Fajardo, según informó Angélica Febles, voluntaria que además trabajó en el registro y la coordinación de la entrega de ayuda humanitaria.
“Realmente lo que vivimos ayer (el lunes durante el recogido) viendo cómo llegaba la gente a llevar todo lo que llevaron fue increíble. Se bajaban a ayudarnos sin conocernos. Trajeron los niños a ayudar, familias completas. Fue hermoso. Mil gracias”, apuntó Febles.