Llueve. Margarita “Marta” López Hiraldo aún no tiene un techo sobre sus pertenencias, luego de que hace 27 días el huracán María destruyó parte de su residencia en el barrio la Central en Canóvanas.
Su casa por cerca de 65 años ahora se reduce a un grupo de escombros mojados, que una y otra vez se vuelven a humedecer con la constante precipitación que cae en la isla. A casi un mes del temporal, Marta comentó que en el suelo de su casa crece un “babote” y que no ha podido limpiar sus cosas.
Al parecer, la mujer no estuvo entre las 38,518 personas que según la oficina de comunicación de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) han recibido un toldo. Tampoco estuvo entre los 439 ciudadanos que recibieron, según la misma fuente, asistencia del Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos para resguardar sus posesiones. La alcaldesa de su municipio, Lorna Soto, tampoco ha llegado a la calle 2 de la Central para tenderle la mano a Marta.
“Esto fue una cosa que nadie se esperó, eso [el huracán] fue un monstruo. Por el momento que me techen mi casa es lo único que necesito, lo demás uno lo hace poco a poco”, sostuvo.
Marta contó que ahora mismo “no se siente bien, porque a veces le da depresión a uno. Tengo a mi nena, paciente de salud mental y estoy viviendo en una casa que no es mía porque aquí no me puedo quedar”.
Ayer, de acuerdo a Ián Colón Pagán, Meteorólogo del Centro Nacional de Meteorología, cayeron de tres a cuatro pulgadas de lluvia en el país. Se supone, agregó, que al menos hasta el miércoles persista una vigilancia de inundaciones para toda la isla.
Mientas el mal clima continúa, Rosa Cruz Suárez, vecina de Marta, también se ve afectada. Su caso, sin embargo, es distinto porque aún reside en su vivienda mojada.
Uno de los cuartos, mostró la vecina de la Central a este medio, lo techó con varias planchas de zinc que se encontró en la carretera. En el interior del lugar hay una cama y un colchón que ahora tendrá que tirar a la basura. Cuando camina, la fémina lo hace con mucho cuidado para evitar un resbalón, pues el techo que su exmarido improvisó para la habitación tiene goteras significativas y el suelo está siempre mojado.
“Ni siquiera puedo botar las cosas mojadas porque aún FEMA no me ha visitado. De hecho, hace catorce días llené la solicitud por teléfono. Me dijeron que llegarían en nueve días, pero aún los estoy esperando”, denunció Cruz Suárez.
Cruz Suárez afirmó que comparte la frustración de Marta. Desea, sobre todas las cosas, poder deshacerse de sus cosas y pasar la peor página de su vida. El huracán lo vivió allí mismo, sus ojos vieron como el techo se desprendió, como todo se mojó.
“Al segundo día me fui en shock. Empecé a gritar y a darle a las paredes puños”, soltó la mujer.
Calle abajo vive María Alejandro, de 45 años, y quien ha visitado en tres ocasiones la alcaldía de Canóvanas para solicitar un toldo, pero tampoco lo ha recibido. Mientras, su ropa tiene moho por la constante lluvia. Sus perritos, sin remedio, se esconden en una esquina de la cocina que aún tiene un pedazo de zinc.
“Había más ropa mía, pero la saqué porque con el agua sigue poniéndose bien fea”, acotó.
Aunque la gente se moja, FEMA va a paso lento
Ayer, el secretario del Departamento de la Vivienda, Fernando Gil, detalló que su agencia solicitó a FEMA unos 200,000 toldos tres días después del huracán María. Hasta la fecha, el organismo federal solo ha entregado 3,5000 al gobierno estatal, el resto los han entregado ellos mismos a los alcaldes, explicó Gil.
Al cuestionarle sobre la tardanza, el secretario manifestó que FEMA quedó corto del material por el impacto de los huracanes en las Islas Vírgenes, Texas y Florida. Agregó que la paciencia del gobierno local se agotó y que “tienen que resolver esta situación, porque si fuera en cualquier otro estado esto no pasaba”.
“Al principio uno es paciente, pero ya estamos a 26 días del huracán”, agregó.
De acuerdo a Gil, hasta el momento se registran unas 175,000 viviendas con daños mayores y unas 38,500 que son pérdida total. Esta cifra es preliminar, pues son predicciones basadas en el número de solicitudes que recibe FEMA, que solo tiene unos 260 inspectores trabajando durante la emergencia, demarcó el secretario.
La isla, mencionó el también abogado, requiere de unos 1,600 inspectores para poder cubrir la demanda actual de personas que necesitan asistencia; FEMA tampoco ha tenido premura en aumentar el número.
This browser does not support the video element.