Documentos desclasificados revelan nuevos detalles del papel de Estados Unidos en una campaña de exterminación en la que el ejército indonesio mató a cientos de miles de civiles durante la histeria anticomunista de mediados de la década de 1960.
Miles de documentos de la embajada de Estados Unidos en Yakarta del período entre 1963 y 1966 fueron dados a conocer el martes tras un proceso de desclasificación que comenzó bajo el gobierno de Barack Obama. La Associated Press tuvo acceso a esos documentos y los revisó antes de que fuesen difundidos al público.
Los documentos pintan un devastador reino del terror impuesto por el ejército indonesio y organizaciones musulmanas que ha sido descrito someramente por los historiadores y en un volumen del Departamento de Estado estadounidense que fue desclasificado en el 2001 a pesar de los esfuerzos de la CIA por bloquear su difusión.
En 1965 Indonesia tenía el tercer partido comunista más grande del mundo, superado solo por los de China y la Unión Soviética. Contaba con varios millones de afiliados y el presidente de Indonesia, el carismático Sukarno, era un ferviente socialista y antinorteamericano.
Las autoridades estadounidenses veían con alarma lo que parecía una marcha imparable hacia el comunismo y festejaron cuando generales conservadores impusieron la ley marcial en Yakarta, tomaron la radio estatal e iniciaron una campaña para aniquilar el partido comunista con el pretexto de que había intentado derrocar al gobierno. En pocos meses el ejército ganó una batalla política con Sukarno e Indonesia se alineó con Estados Unidos, abriendo un enorme mercado a los productos y las empresas estadounidenses.
Los documentos que acaban de ser desclasificados destacan que Estados Unidos supo desde el comienzo de las matanzas y se cuidó de por no tomar medidas que pudiesen entorpecer la campaña del ejército indonesio. Los historiadores ya habían comprobado que Estados Unidos entregó una lista de altos dirigentes comunistas, equipo de radio y dinero como parte de su apoyo a esa represión.
Los documentos demuestran asimismo que funcionarios estadounidenses tenían información confiable que contradecía la afirmación del ejército indonesio de que el secuestro y asesinato de varios generales en un intento fallido de golpe de oficiales jóvenes el 30 de septiembre de 1965, el cual despejó el camino para el baño de sangre, había sido ordenado por el partido comunista y Beijing.
Los documentos mencionan específicamente matanzas ordenadas por Suharto, un general que pocos meses después tomaría el poder y gobernaría el país por más de tres décadas, y el papel primordial que desempeñaron en las matanzas agrupaciones que siguen siendo hoy las principales organizaciones musulmanas del país: Nahdlatul Ulama, su rama juvenil Ansor y Muhammadiyah.
Un cable del 21 de diciembre de 1965 de la primera secretaria de la embajada Mary Vance Trent, al Departamento de Estado, hablaba de los eventos como “un giro fantástico que tuvo lugar en diez escasas semanas”. Señalaba que unas 100.000 personas habrían sido asesinadas.
Tan solo en Balí habían sido asesinadas 10.000 personas hacia mediados de diciembre, incluidos los padres y parientes lejanos del gobernador de la isla, de tendencia procomunista, y las matanzas continuaban, según el cable. Dos semanas después, otro cable de la embajada hablaba de 80.000 asesinatos en Balí.
Un cable que figuró en el informe del Departamento de Estado del 2001 indicó que hacia abril de 1966, la embajada estadounidense estaba estupefacta ante la magnitud de las matanzas. “Francamente, no sabemos si la cifra real (de muertos) es 100.000 o 1.000.000”, decía el cable. El propio gobierno indonesia tenía una “idea vaga” de esa cifra, agregaba.
En Indonesia se sigue usando una retórica anticomunista y predomina el relato oficial de que Suharto es un héroe nacional que combatió el comunismo.
“Los asesinatos en masa de 1965 y 1966 son algunos de los peores crímenes de lesa humanidad y en nuestro país siguen siendo un gran secreto”, afirmó Verónica Koman, abogada indonesia especializada en derechos humanos. “Ojalá la circulación de estos cables permita que la verdad salga a la luz y que los culpables rindan cuentas”.
Un detallado informe de cuatro páginas que abarca mediados y fines de noviembre de 1965, preparado por un funcionario de la embajada estadounidense, habla sobre la proliferación de matanzas en varias provincias y el papel de organizaciones juveniles que ayudaban a resolver “el principal problema”, que era dónde alojar y qué darles de comer a los presos del PKI, las siglas del partido comunista.
“Varias provincias parecen estar resolviendo exitosamente este problema mediante la ejecución de los reos o matándolos en lugar de capturarlos, una tarea en la que organizaciones juveniles musulmanas ofrecen ayuda”, indicó el informe.
La primera mención de matanzas sistemáticas hecha en cables probablemente sea de mediados de octubre de 1965, al informar sobre una conversación entre el segundo secretario de la embajada Robert G. Rich y Bujung Nasution, funcionario de los servicios de inteligencia de la secretaría de justicia indonesia. Nasution tenía la misión de ver si Estados Unidos objetaba la campaña de exterminación.
Según Nasution, el ejército había ejecutado a muchos cuadros, pero esa información debía ser resguardada porque se necesitaba más tiempo para quebrar a los comunistas.
El informe decía que Nasution se mostraba alarmado por las versiones de que se estaban cometiendo atrocidades y que era importante que Sukarno no se enterase del alcance de la represión.
Rich dio garantías de que eso no sucedería.