Era 20 de septiembre, solo habían pasado unas horas luego del golpe del huracán María. Ada Monzón, la primera mujer meteoróloga en la televisión puertorriqueña, salió a la calle a observar la devastación que dejó el peor fenómeno atmosférico que ha enfrentado la isla desde el 1928, cuando San Felipe II llegó a nuestras costas. Entre las débiles ráfagas que aún quedaban y la alfombra de vegetación que cubría las calles, dos mujeres se acercaron a abrazarle.
– “Gracias por todo lo que has hecho por nosotros”, ripostó una fémina que vestía una capa de plástico, en un vídeo live que colgó la reportera en sus redes sociales.
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Incrédula, con un taco en la garganta y un hilo de nervios, ella misma contó a Metro que la escena se repite, se repite y se repite. En días pasados, estuvo en Utuado de visita en una comunidad que quedó incomunicada luego del colapso de un puente durante el temporal. Allí Ada cruzó el río y subió por dos escaleras improvisadas que un campamento de residentes –denominado “Los Olvidados”– inventó para poder suplirse de suministros. Una vez arriba, hubo una réplica de aquel abrazo pos huracán María, algo que dice es difícil de entender.
“Todavía es la hora que a semanas yo no encuentro a una persona que no se pare ––literalmente– a darme las gracias. No es un mensajito, es que se paran. La gente para su carro a gritarme: ‘Ada, gracias’. Algo pasó ahí, una conexión se estableció que yo nunca la había logrado porque tal vez no estaba en la plataforma correcta. Pero con las redes sociales sí se pudo y para mí eso ha sido el éxito que he descubierto después de esto”, contó la graduada de meteorología tropical de la Universidad de la Florida.
Y es que, antes del paso del ciclón, Ada trabajó en la cobertura más completa que pudo organizar para, según comentó, salvar vidas. Esa, añadió, es la meta de todo meteorólogo. Convertir, como en su caso, además del grado en ciencias climatológicas, todo el conocimiento que ganó estudiando un Bachillerato en Matemáticas en la Universidad de Puerto Rico, así como la experiencia trabajando en el Servicio Nacional de Meteorología hace ya 28 años, en palabras que todos entiendan.
Sus intervenciones a través de Facebook ofreciendo el resumen del trayecto del fenómeno que llegó al país categoría cuatro, así como consejos para afrontarlo le valieron hoy más de un millón de seguidores. Pero a pesar de que la gente la desborda en elogios, la mujer del tiempo se pregunta si pudo hacer más. Los cuestionamientos, al contemplar la devastación que dejó el huracán, repican en su mente todos los días. Hasta el momento, las muertes adjudicadas al ciclón ascienden a 48 según el Estado. Y aunque reconoce que en la mayoría de las ocasiones no estuvo en sus manos salvar a esas personas, sí se cuestiona la efectividad de sus mensajes televisivos.
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Ada, aunque tras la pantalla chica muestra el sosiego, la precisión y la soltura que comúnmente caracteriza a los anclas del clima, guarda dentro de sí todo el dolor y las frustraciones que vive un boricua de a pie durante la emergencia. Ahora está en la calle como reportera de WIPR, recopilando las historias humanas tras un evento de la naturaleza sin precedentes. Antes, durante y después del huracán está involucrada en la labor de levantar a Puerto Rico.
¿Qué está haciendo hoy Ada Monzón?
—Está aprendiendo de la experiencia de María. Está viviendo el aspecto personal del huracán, está viviendo el aspecto social. Estoy aprendiendo todavía más cuál es mi misión en este proceso, porque una cosa es pronosticar el tiempo, ser experto en meteorología tropical y otra vivirlo. Te preparas toda una vida para este momento y de momento dices: ¿Hice suficiente? ¿Pude transmitir y expresar lo que esto iba a ser? ¿Mi educación y mi experiencia pudo haber evitado algo más? Y yo sé que sí. Pero la realidad es que la magnitud de esta situación ha sido de tal forma que todavía estoy tratando de aprender cómo pude haberlo hecho mejor, no lo sé.
¿Pero te sientes complacida con el trabajo que hiciste antes durante y después del huracán?
—Yo me siento complacida porque hice lo que entendí que debí hacer, que fue sentir la urgencia de la magnitud del evento, de su intensidad y poderlo expresar en una forma que jamás la había hecho y con la vocación más grande que tenía en mi corazón. Y eso me hace sentir que cumplí mi misión. A la misma vez, pensar que se perdieron vidas a consecuencia del huracán, me hace cuestionar si pude haber hecho mucho más, porque la meta de cualquier meteorólogo es que haya cero muertes.
¿Has sentido frustración por aquellas personas a quienes le dijiste que se movieran de lugar o se protegieran y no lo hicieron?
—Hay una frustración, claro. Cada vez que escucho de una persona que murió a consecuencia del viento, o a consecuencia de la lluvia o de la inundación. Aunque hay unas muertes indirectas que yo no puedo controlar. Por ejemplo, una persona que muere de un infarto al corazón, una persona que se suicida. Eso no. Pero una persona que muere por un derrumbe, una persona que muere por una inundación o por el viento, ¿Por qué yo no llegué a esa persona? ¿Qué pasó? ¿Dónde no se estableció el eslabón o el puente para que esa persona me hubiera hecho caso? Como en todo en la ciencia, hay márgenes de error y hay situaciones personales en las que cada cual reacciona y nunca tendré el control. Pero de que me da pesar, claro que me da pesar.
¿En la temporada de huracanes y en tiempos de crisis humanitaria cuán importantes son los medios de comunicación?
—Los medios de comunicación son el pilar para poder informar no solamente sobre la parte científica del fenómeno, pero también la parte del manejo de la emergencia. El medio de comunicación tiene que sentir la urgencia. La urgencia que esto significa para poder, con su poder de convocatoria, hacerle llegar la información al público. Tienes que ser ese eslabón de la cadena entre el Centro Nacional de Huracanes, el Servicio Nacional de Meteorología y el público. La persona no entiende la ciencia necesariamente. Tienes que traducir esa información científica a que se convierta en una pertinente a la persona en su entorno. También debes pensar que los clientes de la información meteorológica son varios. Tú tienes desde un gobernador o gobernadora, presidentes de empresas, directores de hospital, quienes se dedican a la aviación, la marina o quien tiene su velero. Hay tantos clientes de la información del tiempo y tienes que aprender cuáles son esas necesidades para poderlas satisfacer. En los medios de comunicación para uno comunicarle a cada una de estas personas el tiempo es corto. Ahí viene el beneficio de las redes sociales, que no tienes tiempo.
¿Cómo cambia el informe del tiempo en las redes sociales?
—Es increíble. No hay producción. La producción de gráficas bonitas, que cuesta muchísimo dinero, aquí se redujo a: “Yo te voy a explicar a ti lo que esto significa”. Porque tú no tienes acceso a las gráficas bonitas, pero tienes acceso a Internet. Así que yo te voy a explicar eso que tú estás viendo, qué eso significa para ti. Qué significa este radar, qué significa tal cosa. La gente apreció eso y lo sé porque me lo dicen.
Creo que fuiste una de las personas que pudo imaginar lo que pasaría con Puerto Rico mejor que cualquier otro una vez llegara María.
—Yo te voy a decir en qué momento yo sentí que esto venía directo. Dos días antes. Hubo un punto en uno de los boletines de domingo a lunes que dije: “nada nos va a sacar a este fenómeno”. Si yo estaba en forward, yo me puse en fast forward. Tenía que decir lo mejor que había en mi cabeza, poderlo llevar al público porque el tiempo se nos acortaba. Luego esa agonía de saber si venía o no paró. Es que hay un periodo de agonía. Que si viene, que si los modelos. Eso me ha pasado siempre. Estaba lista emocionalmente porque ya había pasado por esa aceptación. Tal vez un sicólogo lo puede explicar mejor que yo.
¿Qué retos enfrentaste durante tu cobertura?
—Me molestó mucho perder el radar, no lo puedo negar. O sea, era injusto que después que habíamos pasado por todo esto perdiéramos el radar, para por lo menos saber hacía donde iba a seguir [el huracán]. Tuve que clamar en las redes sociales: “por favor dónde están sintiendo la calma”. Dependía del público, de la gente. Eso eran reportes y reportes, porque todavía había mucha gente que tenía luz y comunicaciones. Así yo tenía un récord y podía reconstruir el ojo del huracán basado en lo que me estaba diciendo la gente y por eso podía estimar hacia dónde iba. La cantidad de lluvia que iba cayendo. Dónde estaban ocurriendo las inundaciones, en qué niveles estaban. Toda esta información que es vital para poder avisar y poder comunicar era basada en lo que las personas nos estaban diciendo. Así que el público se convirtió también en mi ayudante, en ciudadanos científicos durante ese proceso. Ahí tú ves esa colaboración que se tiene que dar para que entre todos podamos salvar vidas.
¿Cómo se siente que la gente te quiera tanto?
—Yo de verdad… (se humedecen sus ojos) el mismo amor lo tengo yo.