Tras las denuncias de agresión sexual de varias decenas de mujeres contra el productor de cine Harvey Weinstein, miles de relatos de abuso inundaron las redes sociales bajo la etiqueta “Me too” (yo también), un movimiento que nació hace una década y en el que muchas encuentran ahora valor para hablar.
Cuando la actriz Alyssa Milano invitó a mujeres de todo el mundo a denunciar casos de abuso y acoso machista en Twitter, hace una semana, no imaginaba que hoy los mensajes se contarían por cientos de miles, pero tampoco sabía que esa campaña por dar voz a las víctimas la impulsó una activista llamada Tarana Burke tiempo atrás.
En 1996, mientras trabajaba en un campamento para niñas, Burke escuchó el testimonio de abuso de una niña por parte de un familiar y no pudo hacerle frente. Esa fue la chispa que prendió “Me too Movement” (Movimiento yo también), centrado en mujeres jóvenes que han sido víctimas de abuso, agresión o explotación sexual.
Más adelante, en 2006, Burke lanzó esa iniciativa como parte de la organización Just Be Inc, de la que es fundadora, y aunque principalmente se centra en “empoderar” a chicas jóvenes de color, su misión indica que abarca las personas que se identifican como mujeres y a las que consideran no tener un género determinado.
Burke, directora de programas de la organización de Brooklyn (Nueva York) Girls for Gender Equity, recibió el reconocimiento público de Milano, quien difundió en las redes sus iniciativas y consideró “descorazonadora e inspiradora” la historia que dio origen al movimiento.
En entrevista con CNN, la activista aplaudió la popularidad que ha ganado estos días “Me too” tras el escándalo de abusos sexuales del productor Harvey Weinstein, acusado en sendos reportajes de The New York Times y The New Yorker de comportamientos que van desde el acoso hasta la violación por más de 40 mujeres.
No obstante, a pesar de los beneficios de la viralidad de “Me too” -según Facebook, casi la mitad de los estadounidenses tienen un amigo que ha publicado la etiqueta- Burke se mostró preocupada por la “amplificación” de las experiencias de las víctimas.
“Me preocupa que revelen su estatus de supervivientes en masa en las redes sociales y no tengan espacio para procesarlo”, dijo.
El movimiento en las redes continúa dejando constancia de la magnitud del problema y nutriéndose de comentarios, la mayoría de mujeres, que han dado valor a otras víctimas de abuso sexual para compartir sus experiencias.
Es el caso de las actrices América Ferrera y Reese Witherspoon, que revelaron ser víctimas de abuso infantil, o Lupita Nyong’o, que reveló avances por parte de Weinstein en un editorial, y también de varias senadoras demócratas que, preguntadas por la cadena NBC, se pronunciaron sobre sus historias.
Elizabeth Warren, senadora de Massachusetts, relató que cuando era profesora de derecho, un miembro de su facultad de mayor rango le dijo que si podía pasar por su oficina.
“No lo pensé mucho y fui. Cerró la puerta de un portazo y vino a por mí, era como una película mala, me perseguía alrededor del escritorio intentando ponerme las manos encima”, recordó.
El espacio de apertura que ha propiciado el movimiento ha generado más revelaciones en torno a la cultura del acoso sexual en Hollywood: este domingo, el diario Los Angeles Times publicó un reportaje en el que casi 40 mujeres acusan al director James Toback de este comportamiento a lo largo de décadas.
Uno de los retos de “Me too” más allá de su popularidad actual será “crear un punto de entrada a la recuperación para otras supervivientes”, afirmó Burke, quien aboga por que la violencia sexual o de género se aborde como un asunto de justicia social.