Las numerosas sequías que azotan en la actualidad al mundo destruyen tal cantidad de alimentos que impiden que 81 millones de personas puedan comer cada día y tienen efectos inesperados que condenan a la pobreza a generaciones enteras, según un informe divulgado hoy por el Grupo Banco Mundial (BM).
La precipitación de lluvia, que es cada vez más irregular, genera impactos aún mayores que desastres naturales como inundaciones y tsunamis, puesto que provocan “un sufrimiento a cámara lenta”, señala el informe, titulado “Aguas inexploradas: la nueva economía de la escasez y la variabilidad del agua”.
“Tenemos que comprender mejor los impactos de la escasez de agua, problema que se agravará aún más debido al crecimiento demográfico y al cambio climático”, indica el director superior del Departamento de Prácticas Mundiales de Agua del Banco Mundial, Guangzhe Chen.
De acuerdo con el organismo, más allá de afectar directamente a la producción agrícola, las sequías tienen otra serie de repercusiones inesperadas de gran relevancia.
En zonas rurales de África, señala el informe, las mujeres nacidas en períodos de sequía sufren un retraso en su desarrollo físico y mental.
Este retraso genera que sean más propensas a dolencias, que afectan a su nivel de educación, lo que a la larga conlleva menores ingresos y una mayor probabilidad de sufrir violencia doméstica.
Asimismo, la carencia de lluvias afecta gravemente a la masa boscosa del planeta dado que, más allá a de alterar los ecosistemas y facilitar la propagación de incendios, obliga a los agricultores a expandir sus terrenos de cultivo, para lo cual se ven obligados a talar los bosques cercanos.
La industria también se ve directamente afectada por esta escasez, ya que un simple corte de agua en un empresa urbana puede reducir sus ingresos en más del 8 %. En empresas consideradas informales, las ventas pueden llegar a disminuir un 35 %.
“Los actuales métodos de gestión del agua son inadecuados para abordar el problema. Para realizar este cambio fundamental se requerirá un conjunto de políticas que reconozcan incentivos económicos”, denuncia el economista principal del Departamento de Prácticas Mundiales de Agua del BM, Richard Damania, autor del informe.
El documento propone diversas medidas para hacer frente al problema, como la construcción de infraestructuras para el almacenamiento de agua o la regularización de las empresas encargadas de su distribución.