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Con la esperanza de regresar a sus hogares

Marisol Rivera ha pasado más de 50 noches fuera de su casa.

Esto significa que lleva más de 1,200 horas sin dormir en su cama, sin usar su sala o cocina, así como sin hallarse en la privacidad de su hogar.

Y es que primero sufrió el embate del huracán Irma cuando tuvo que irse a un refugio, pero la furia de María se dejó sentir provocando devastación por lo que tuvo que quedarse allí.
Su residencia, ubica en una de las zonas que a su juicio fue una de las más afectadas por el azote del fenómeno atmosférico al menos en el área noreste.

Se trata del sector Valle Hill en el barrio San Isidro, Canóvanas, donde el agua alcanzó un nivel de más de siete pies en las residencias a raíz de la crecida del Río Grande de Loíza.

“Me dañó todo, ropa, zapatos, nevera, estufa, lavadora. Ahora volver a comprar todo”, dijo a Metro la señora, que pernocta en la escuela William Rivera Betancourt en Canóvanas junto a otras 180 personas.

Además de sufrir la pérdida de parte del techo, Rivera resiente el daño de su colección de orquídeas y la manera en que el huracán acabó con parte de la vegetación en su hogar. “Esa parte fue de las más afectadas en todo Puerto Rico, esa parte, y Loíza. Aguas de ocho pies, se perdieron muchas cosas, por poco se ahoga mi vecina”, relató Rivera. Contó que supo que sus vecinos fueron sacados por una soga y llevados en kayak al subir el agua ocho pies.

Realidad que viven miles

Al igual que Rivera, existen 2,239 personas en la isla que aún se hospedan en 56 refugios alrededor del país y aún no regresan a sus hogares, pues en su mayoría perdieron todo.

La mujer explicó que no se ha ido del refugio pues tiene intenciones de regresar a su casa. Explicó que personal del Departamento de la Vivienda están reubicando a las personas poco a poco, pero “yo me quiero ir para mi casa otra vez”. Detalló que iniciaron reubicando a las personas de edad avanzada.

Rivera se expresó agradecida por el trato que ha recibido, el que catalogó como “de maravilla”.

“Me dan desayuno, almuerzo, comida y a veces van nos traen comidas, la alcaldesa nos trae cosas también. Nos dan jabón, pasta, cepillos, ropa, zapatos”, puntualizó la canovanense. Añadió que no tiene reparos en quedarse allí pues tiene servicio de agua, energía eléctrica y hay gente con la que puede compartir. “De verdad que nos han tratado bien, hay gente que se queja pero de parte mía soy bien agradecida”, manifestó Rivera.

Esfuerzos de Vivienda

En vista de que la gran mayoría de los refugios son escuelas, estos estudiantes aún no pueden comenzar clases hasta que el plantel quede sin refugiados.
En ese sentido, el Departamento de la Vivienda desarrolla varios esfuerzos para desalojar a los albergados.

Según dio a conocer el Departamento, entre las iniciativas han implementado consolidación de refugios, alternativas de vivienda pública, facilitan coordinación de alternativas de asistencia de FEMA y llevan procesos de contratación para habilitación de nuevos refugios que cumplan con los estándares de FEMA.
Por otro lado también realizan procesos competitivos de contratación para la implementación del programa Tu Hogar Renace, habilitan lugares certificados que no sean escuelas y así reubicarlos, además de potenciar y facilitar el proceso de personas que cualifiquen para el programa de Sección 8.

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