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¿Está dando América del Sur un giro hacia la derecha?

Argentina en diciembre de 2015. Perú en abril de 2016. Brasil en julio de 2016. La tendencia en la región, después de que a fines de la década de los 90 comenzaran a asumir gobiernos de izquierda, está cambiando. Los gobernantes están pasando a representar sectores de derecha neoliberal.

Evo Morales ha fracasado en sus intentos de cambiar la constitución para poder postular a un quinto periodo de mandato en Bolivia. En Ecuador, el ganador de las elecciones de abril, Lenín Moreno, se ha desmarcado de Rafael Correa. En Venezuela, la oposición pasó a controlar el Parlamento por mayoría hasta que Maduro decidió cambiar la Constitución en su favor.

Las malas gestiones del ex presidente peruano Ollanta Humala, del kirchnerismo en Argentina y del Partido de los Trabajadores en Brasil influyeron. Pero además, estuvieron involucrados en sendos casos de corrupción, pavimentando el camino a la derecha neoliberal. Con una inflación promedio regional del 15 por ciento (la más alta desde la crisis de fines de los años 90) y el crecimiento en números negativos, la opción para los votantes fue el tecnócrata.

Así, la figura del empresario convertido en político fue elegida para tomar las riendas del país en Perú y en Argentina. Pedro Pablo Kuczynski y Mauricio Macri prometieron orden, estabilidad y cifras.

El resultado de las elecciones primarias en Chile, si bien arrojó un sorprendente apoyo al conglomerado Frente Amplio (nueva izquierda), aún muestra que el empresario Sebastián Piñera sigue siendo favorito para gobernar el país.

Así, en unos pocos años, los países de América del Sur revirtieron la tendencia de inicios de siglo. Esa que llevó a socialistas a los gobiernos y que gozaron del alza en los precios de los llamados “commodities”. La soja en Brasil, el cobre en Perú y Chile, el petróleo y el gas en Ecuador y Bolivia. Pero que la bajada de su cotización en 2015 y 2016 terminó por afectarles.

Gilberto Aranda, doctor en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile, explica a Metro que, como la vida misma, los relatos políticos tienen ciclos. Y que el ciclo de la llamada “Nueva Izquierda” se está agotando.

“Yo no diría que se va a acabar, pero esos éxitos fulminantes que hubo durante casi todo el siglo XXI, hoy son desafiados por una derecha que se ha recompuesto y que está siendo más competitiva”, dice.

“Sin duda, los triunfos rotundos que tuvo la ‘Nueva Izquierda’ durante este siglo, hoy están algo amagados”, dice Aranda. “La ‘Nueva Izquierda’ no ha mostrado ser menos corrupta que otros gobiernos más tradicionales”.

“La izquierda llegó enarbolando la bandera de la transparencia, y eso hoy ha quedado en duda”

Gilberto Aranda, doctor en Estudios Latinoamericanos, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile

 

¿Cuáles son los factores que impulsan este apartente giro hacia la derecha en los gobiernos de América del Sur?

– Lo que tenemos, diría yo, es el agotamiento del ciclo político de la llamada “Nueva Izquierda”. No digo que se vaya a acabar la ‘Nueva Izquierda’, pero el relato tiene más problemas. La razón principal, yo creo, que es la corrupción y la cleptocracia. Porque la izquierda llegó al poder enarbolando entre otras banderas, además de la justicia social, la de la transparencia. Y la verdad es que eso hoy ha quedado en duda, al menos en Brasil y Argentina. Otra cosa son los países del área andina, que miran hacia el Pacífico. En general han sido gobiernos mucho más conservadores, y que han puesto gran interés hacia el Asia Pacífico, concentrándose en una apertura económica y liberal al mundo. Incluso gobiernos que salieron electos con un discurso más reformista, como Ollanta Humala, terminaron vasculando hacia posiciones bastante más conservadoras.

Considerando el resultado de las primarias en Chile, donde el Frente Amplio obtuvo un gran porcentaje de votos, ¿la gente espera una renovación del relato de la izquierda?

– Primero, el caso de Chile no está muy sincronizado con el resto del continente en todas las variables. Porque entre otras cosas Chile tuvo una apertura liberal y al libre mercado mucho antes que el resto de la región. Esto, durante la dictadura. Y durante todos los gobiernos de izquierda posteriores a la dictadura, la verdad es que se ha conservado esa postura de apertura. Recién ahora, tenemos un fenómeno similar al que ha habido en el resto de América Latina en la primera década del siglo XXI. Una izquierda que desafía a los sectores más conservadores, grupos reformistas y más socialdemócratas.

¿Cómo influye en este desgaste del relato esta personificación del poder que ha caracterizado a la izquierda en América del Sur? Chávez y Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, los Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia…

– No creo que para América Latina sea tan ajena la personalización del relato. Diría que por el contrario, en general hay una tendencia bien acusada hacia el mesianismo político. La personalización de la política se da porque en América Latina han fallado los canales institucionales para resolver crisis y problemas sociales. Esto da espacio para que aparezcan personalidades populistas que ofrezcan soluciones por fuera de las instituciones. Soluciones mucho más inmediatistas. América Latina ha sido tierra fértil para ese tipo de personalidades. Pero lo que ocurre es que hoy, con todo el campo mediático y las denuncias mucho más transparentes, las personalidades que tuvieron una tremenda popularidad también se han visto envueltas en escándalos de corrupción, haciendo que la ciudadanía les haya ido progresivamente quitando apoyo.

¿Cuáles son las diferencias de la derecha que se da en América Latina con este auge derechista que hemos visto en Estados Unidos y Europa?

– Creo que hay que hacer algunas diferencias. En Estados Unidos el populismo ha existido desde el siglo XIX. De hecho el populismo nace en Rusia y en los estados del Medio Oeste de EEUU; son básicamente respuestas a cuestiones rurales. En América Latina es donde tiene este giro hacia el mundo urbano. Y desde esa perspectiva yo creo que el fenómeno de la ‘latinoamericanización’ de la política con Trump es nuevo.

En el caso de Europa, las derechas han sido conservadoras, pero ahora tenemos un elemento distinto: la aparición de grupos neonacionalistas, neofascistas, ultranacionalistas que están acaparando votos. Y que básicamente, en ese proceso se han valido de estrategias que no necesariamente distan de lo que han sido los populismos latinoamericanos. Aparece el relato de “los de abajo contra los de arriba” que rompe el eje izquierda-derecha, y donde se defiente una identidad de pueblo específica. Es similar a los populismos de izquierda en América Latina, pero aún cuando la estrategia puede ser similar, el proyecto político es completamente diferente.

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