Para muchos comerciantes del Viejo San Juan las Fiestas de la Calle San Sebastián era la oportunidad para recuperarse económicamente de la merma en los ingresos tras el paso del huracán María, pero no fue así.
Al menos en ocho negocios ubicados en la misma calle San Sebastián —la más concurrida durante la festividad— aseguraron que las ventas han estado por debajo de las expectativas de esta edición, así como de años anteriores.
“La actitud totalitaria de la alcaldesa nos tiene jod***. Todos los años son más reglas, más regulaciones. El viernes, a las once de la noche, un guardia nos dijo que teníamos que apagar la música. Ayer los zafacones estaban llenos y si yo pongo la basura al lado me dan una multa de $5,000, pero si ella [la alcaldesa Carmen ‘Yulín’ Cruz Soto] no recoge…”, criticó uno de los propietarios de Aquí se puede, quien prefirió mantener el anonimato por temor a ser perseguido.
En esta 48va edición de las fiestas el horario de cierre estipulado es a las 12 de la media noche. Ayer, el municipio extendió una hora más a la regulación.
“El horario ha sido uno de los retos claves”, expresó Edwin Pauneto, administrador del Boquerón y quien confesó que, económicamente, no se han podido recuperar del impacto del huracán.
Al mismo reclamo se unió una administradora de la Sombrilla Rosa, que pidió que su nombre no fuera revelado.
“Hay mucha regulación, mucho juego, muchas restricciones. Los jueves a mí me mandaron a cerrar a las 12 de la noche cuando yo por lo general cierro a las dos, tres, de la mañana”, dijo.
La Sombrilla Rosa estuvo trabajando 50 días sin electricidad, hasta que una compañía cervecera le donó un generador con el cual gastaba unos $50 diarios en diésel.
“La baja tiene que ver con las regulaciones porque crearon dificultades. Las hace aburridas”, dictó Gabriel, gerente de La Mala Vida.
Sin embargo, varios de los comerciantes vieron como positivo que este año se iniciaran las San Sebastián un día antes.
“Por lo menos el miércoles fue excelente. Los turistas nos hicieron el día. De ahí en adelante han sido los adultos mayores quienes más han bebido, los jóvenes solo han venido a disfrutar”, aseguró Pauneto.
Asimismo, el supervisor de Ostra Cosa, Jorge Santana, admitió que no han podido cumplir las expectativas.
“La realidad es que, comparado con años pasados, el impacto ha sido bien grande, las ventas están lentas y el tráfico está lento. Teníamos unas expectativas, pero no las logramos. Como se proyectaba el evento creíamos que sí lo lograríamos”, confesó.
Si bien Santana señaló a las regulaciones municipales como uno de los escollos, también resaltó que la baja participación de la ciudadanía ha influenciado.
“Obviamente, el impacto del huracán ha hecho que las personas de los pueblos que no tienen luz y agua se aguanten un poco”, opinó.
No obstante, se mantiene optimista pues cumplió con la mayor de sus metas: “darle alegría a la gente para que pasemos la página”.
Por su parte, el propietario de Cafetín 1.0, Arnaldo Colón, definió las ventas como “muy lentas. Aunque ayer mejoró, no llegamos a las expectativas”.
Del mismo modo, el gerente del Cafetín La Esperanza, José Rosario, lamentó la baja en las ventas.
El único negocio que aseguró haberse recuperado de los días sin electricidad y la baja en las ventas tras el fatídico 20 de septiembre fue La Taberna de Lúpulo, según la dueña, Zalika Guilloty.
A las 12 del mediodía la participación era mayor que en los días pasados, por lo que los comerciantes se mostraron esperanzados.