VILNA, Lituania — La nueva ley lituana sobre bebidas alcohólicas ha elevado la edad legal para beber de los 18 a los 20 años, prohibido la publicidad de alcohol y restringido de forma drástica los horarios de apertura de las licorerías. La ley, que entró en vigor el 1 de enero, ha despertado una gran polémica en el país báltico, de 2,9 millones de habitantes.
Según la Organización Mundial de la Salud, el consumo de alcohol por persona en Lituania se disparó más de un 22 % en una década, pasando de 14,9 litros de alcohol puro al año en 2006 a 18,2 litros en 2016. Ante esos datos, las autoridades consideraron que hacían falta medidas drásticas.
“Teníamos que hacer algo al respecto”, dijo el ministro de Salud, Aurelijus Veryga, el principal defensor de la nueva legislación, señalando que el alcoholismo “hace Lituania poco atractiva para la inversión y el turismo extranjero”.
“Resultan espacialmente impactantes los sondeos mostrando que un tercio de nuestros (jóvenes) de 15 y 16 años consume alcohol de forma habitual” añadió Veryga.
Lituania tiene el índice de suicidios más alto de la Unión Europea, 36 por cada 100.000 personas, y las tasas de suicidio entre los alcohólicos se mantienen altas de forma constante, según un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Vilna.
“Estas fueron decisiones difíciles”, dijo el ministro señalando que los que se oponen a la ley intentan “dejar como tontos” a los que apoyan la medida, incluyéndole a él.
Veryga se convirtió en ministro a finales de 2016, cuando su grupo _Unión de Agricultores y Unión Verde_ se hizo con el mayor número de escaños en las elecciones nacionales. El partido ha hecho varias reformas conservadoras en política familiar, pese a protestas públicas y discrepancias con socios de coalición.
En un mural pintado sobre la una pared de un popular restaurante de Vilna, Veryga aparece como un combatiente talibán sosteniendo un AK-47 bajo las palabras “se acabó la fiesta”, reflejando las preocupaciones de que Lituania esté entrando en una edad oscura de prohibiciones y restricciones radicales.
Algunos columnistas han señalado que Lituania debería comenzar censurando obras de la literatura clásica que describen el consumo de bebidas alcohólicas, mientras que miembros de la oposición ya han presentado enmiendas pidiendo la revocación de los aspectos más duros de la ley. Incluso la presidenta del país, Dalia Grybauskaite, ha pedido que se introduzcan cambios.
“Me recuerda a la Edad Media y hace daño a la imagen y reputación internacional de Lituania”, dijo la presidenta, hablando sobre el hecho de que tengan que arrancarse páginas de revistas extranjeras para acatar la ley.
Las firmas editoriales se han apresurado a retirar o cubrir con pegatinas rojas los anuncios de bebidas alcohólicas de las publicaciones extranjeras distribuidas en el país para evitar multas de 30.000 euros (37.480 dólares) por anuncio.
Los analistas señalan que las nuevas leyes se están aprobando sin ningún debate, ignorando sus posibles efectos no deseados, la tendencia internacional e incluso el sentido común.
“Su programa político es una colección de ideas aleatorias envueltas en mesianismo y rodeadas de hipocresía”, dijo Zilvinas Silenas, presidente del Lithuania Free Market Institute, un grupo de estudios con sede en Vilna. “Pero son prohibicionistas de forma muy consistente a la hora de regular el estilo de vida y las opciones personales”.
“El partido no tiene identidad salvo por una cruzada contra lo que la gente se lleva a la boca”, dijo Silenas.
Los restaurantes también se han visto afectados por la nueva ley. Ya no se pueden tener a la vista botellas de vino después de las 20:00, porque sus etiquetas se consideran una forma de publicidad, de modo que los clientes eligen entre comprar el vino por copas sueltas o que se les sirva en un decantador.
“Esto es simplemente ridículo”, dijo Arunas Starkus, director de estudios en la Escuela de Sommeliers de Lituania, que calificó las normas como “sencillamente irracionales e ingenuas”.
“Hacen falta décadas para cambiar las costumbres de la gente, y hay que hacerlo cambiando la cultura, no imponiendo restricciones y sanciones”, afirmó.
Los clientes demasiado jóvenes siguen siendo bien recibidos en muchos bares céntricos de la capital, donde los propietarios son muy escépticos sobre las nuevas regulaciones.
“Por supuesto, dejamos entrar a todo el mundo, incluso a los que tienen menos de 20 años”, dijo Raminta Ruibyte, gerente de un popular bar de Vilna. “Podemos ofrecerles bebidas no alcohólicas”.
El ministro Veryga, por su parte, se mostró firme.
“Nadie resolverá estos problemas por nosotros”, afirmó. “Debemos (…) ayudar a la nueva generación a crecer sin pensar que el alcohol es el principal factor que une y mantiene unida nuestra sociedad”.