NEWARK, Nueva Jersey, EE.UU. — El nuevo juicio de Bob Menéndez, uno de solo cuatro senadores hispanos que hay en el Congreso de Estados Unidos, por corrupción y fraude podría ser una reedición del primero, que concluyó sin que el jurado alcanzase un veredicto, solo que esta vez los fiscales probablemente omitan algunos testigos y elementos de poca relevancia.
¿Qué cambiará cuando el legislador demócrata del estado de Nueva Jersey enfrente acusaciones de que intercedió a favor de un donante a cambio de vacaciones y viajes en un jet privado?
Para empezar, no habrá tantos cargos después de que el juez William Walls ignorase al jurado y descartase la semana pasada siete acusaciones de soborno contra Menéndez y el oculista de la Florida Salomon Melgen.
Además, habrá un nuevo juez: Walls, cuya irritabilidad combinada con su tendencia a citar viejas películas le pusieron color al primer juicio, decidió no participar en el segundo. Todavía no se asignó un nuevo juez.
Vistazo al segundo juicio y el impacto que puede tener en la reelección de Menéndez a fin de año.
IMPACTO ELECTORAL
El juicio empañó la imagen de Menéndez. Encuestas indicaron que hasta el 59% del electorado consideró en algún momento que no debería ser reelegido. El legislador de ascendencia cubana, no obstante, conserva el apoyo de numerosos pesos pesados del Partido Demócrata, incluido el nuevo gobernador estatal Phil Murphy.
“A Menéndez nunca se lo puede dar por acabado”, afirmó el encuestador de la Manmouth University Patrick Murray. “Es muy bueno haciendo campaña, muy astuto, y la impresión predominante es que, si el juicio no coincide con el período de campaña, el equipo de Menéndez montará una campaña muy efectiva, que hará olvidar todo el resquemor que pueda quedar del proceso”.
“Pero si el juicio se prolonga y coincide con la campaña, y su popularidad merma mucho, hacia mediados de septiembre los demócratas tendrán que analizar a fondo el impacto de todo esto, no solo en la contienda de Menéndez sino también en varias de la Cámara de Representantes”, agregó.
LOS TESTIGOS
La fiscalía llamó unas tres docenas de testigos en el primer juicio y es posible que varios de ellos sean descartados en esta ocasión.
Alguien que casi seguramente estará es una de varias novias extranjeras de Melgen para las que Menéndez habría pedido visas. El combativo testimonio de la modelo y actriz Svitlana Buchyk en el primer juicio incluyó su afirmación de que prestaba testimonio “solo porque él me obligó”, según dijo apuntando hacia un fiscal.
También es previsible que sean llamados a declarar algunos funcionarios, incluida la ex secretaria de salud y servicios humanos Kathleen Sebelius, con quien Menéndez tuvo conversaciones que según los fiscales avalaría la tesis de que el senador le hacía favores a su amigo.
LAS DUDAS
Diez de los 12 jurados del primer juicio dijeron que estaban a favor de exonerar a Menéndez de todos los cargos y algunos admitieron que los convenció el argumento de la defensa de que Menéndez y Melgen eran viejos amigos y que los regalos del dentista no debían ser vistos como sobornos.
Los fiscales enfrentan nuevamente el desafío de convencer a los jurados sin pruebas incontrastables. Y otra vez les pedirán que saquen sus propias conclusiones de registros de vuelos, vacaciones y los encuentros entre los dos.
“Sin un informante de adentro, lo que tienen es evidencia circunstancial y se le pide al jurado que saque conclusiones sobre esos viajes”, dijo la ex fiscal Rebecca Monck Ricigliano, quien hoy trabaja para la firma de abogados Crowell and Moring.
LOS INTANGIBLES
Los fiscales dispararon su primera andanada este mes cuando pidieron que se prohibiese a los abogados defensores hacer afirmaciones que “politizaron e incorporaron cuestiones raciales” al primer juicio. Tanto Menéndez como Melgen son hispanos.
Solicitaron asimismo que se impidiese que los jurados usasen un pasillo en el que podían ver a Menéndez rezando con algún cura, como en el primer juicio.
No se espera que reine tanta animosidad como en el primer juicio, en el que los abogados de defensores pidieron que se anulase el proceso tras acusar al juez Walls de sabotear su caso al limitar injustamente las pruebas y los testigos que podían presentar.